Crisis del capitalismo

El sistema capitalista en plena pandemia

Un sistema en decadencia

Cuando Bill Gates propuso en su blog que debería reformarse el sistema tributario para que los hipermillonarios paguen más, muchos pensaron que su filantropía lo llevaba a veces a actuar en contra de sí mismo.

Quizá no sea tan así. Pensemos un poco.

La concentración de la riqueza en tan pocas manos (el 1 por ciento de los más ricos del planeta acapara más del 50 por ciento de los recursos globales) no sólo pone en peligro la democracia, sino al sistema capitalista planetario.

El capitalismo está en jaque no sólo por culpa de la pandemia, como muchos analistas aseguran, sino que viene tambaleando ya desde la crisis de los bancos de 2008 en el que el aumento escalofriante de las tasas de interés produjo ejecuciones masivas de hipotecas y los estados tuvieron que salir a salvar bancos en vez de a las personas.

Precisamente, este fue un período en el que los gobiernos protegieron a los acreedores en vez de a los deudores y en muchos países el sistema bancario colapsó.

La pandemia sólo vino a resaltar a modo de lupa los defectos de un sistema en decadencia que no se supera ni en lo económico ni en lo financiero, ya que el mayor crecimiento sostenido en algunos países apenas llegan a 1,5 por ciento.

Crítica universal

En este sentido, académicos anglosajones opinan que el período de la post pandemia sería similar al de 1929 o quizá peor, a tal punto que los diarios especializados más importantes del mundo comienzan a criticar al mismo mercado. The New York Times y Washington Post admiten el fracaso monumental del sistema capitalista para administrar una pandemia de este estilo, principalmente porque éstos ven a la salud como un gasto y no como una inversión.

Los países que más muertos tuvieron por el coronavirus fueron Estados Unidos, Inglaterra, Francia, España, es decir todos los que con sus políticas liberales consideraron a los hospitales como una administración hotelera en la cual la ocupación óptima de las camas era la regla.

Incluso, es vox pópuli en ámbitos académicos y en los medios de comunicación la frase “la quimera del mercado”.

Crisis de sustentabilidad

Ya no se puede más seguir con un sistema que no es sustentable ni en lo económico, ni en lo social ni en el cuidado de los recursos del planeta.

Por este motivo, ya anunciaron los representantes de los países centrales que la propuesta urgente para la próxima reunión en Davos (quizá se haga en forma virtual) será, como si de una computadora se tratase, dar reinicio al sistema capitalista.

Este nuevo orden mundial no será un capitalismo de libre mercado, sino con regulaciones estrictas para evitar caer en una crisis de sustentabilidad.

Ya está comprobado científicamente que el origen de esta pandemia mundial se debe al salto de un virus de animales salvajes al hombre porque el huésped ha muerto a causa de los gigantescos incendios forestales a nivel global.

También la desforestación y el uso de agroquímicos indiscriminado eliminan especies necesarias para retener enfermedades propias de los animales.

Desigualdad sustentable

En lo social, la crisis de sustentabilidad es tan obvia como que el 1 por ciento de la población se lleva toda la riqueza y el 80 por ciento apenas puede alimentarse. Por lo tanto, al fallar el sistema de redistribución de la riqueza, desaparece el consumo y con él el capitalismo.

En conclusión,  cuando Bill Gates  pide desesperadamente que le aumenten los impuestos para que se distribuya entre los que menos tienen no es por su alma caritativa ni por su filantropía.

Es por su visión menos empresarial que racional de pensar a quién le va a vender su producto el día que colapse la economía fruto de un sistema perverso que, para bien o para mal, ha comenzado a morir.

Alejandro Lamaisón

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