Las patas en la fuente

LOS PIES CANSADOS QUE SE REFRESCABAN EN LA FUENTE AQUEL MIÉRCOLES CALUROSO FUERON EL SÍMBOLO DE UNA ESPERANZA QUE COMENZABA A TRANSFORMARSE EN REALIDAD.

MOMENTO FUNDACIONAL

Todas las revoluciones de la historia social contemporánea tienen su momento mítico fundacional: La revolución francesa el 14 de julio de 1789 con la toma de la Bastilla, la revolución rusa el 26 de octubre de 1917 con la toma del Palacio de Invierno y la revolución peronista el 17 de octubre de 1945 con la toma de la Plaza de Mayo.

El día de la Lealtad es una epopeya sublime y total desde el punto de vista de la filosofía política, dado que es el momento histórico en el que los trabajadores, los humildes, los despreciados por la oligarquía dominante se reconocen a sí mismo como clase capaz de revertir un orden social totalmente injusto y opresivo.

Es la máxima expresión del idealismo hegeliano en la lucha dialéctica entre amo y esclavo, esa marea humana de migrantes del interior que a partir de ahora transformará la materia en cultura: la cultura del trabajo.

La clase sometida ha comenzado a perder el miedo al poder dominante y ha tomado conciencia de clase al reconocerse y verse reconocida por su líder para enfrenta al amo haciéndolo ceder ante la fuerza arrasadora de la razón.

Esa masa de “cabecitas negras”, morochos y descamisados eran la negación de la negación, el “aluvión zoológico” que pronto se pararía de frente ante el patrón y mirándole a los ojos le diría: “Tengo derecho a vacaciones pagas, aguinaldo y obra social”.

DIALÉCTICA DE LA HISTORIA:

En 1944, en plena guerra mundial Inglaterra ya no puede abastecer a Argentina de productos manufacturados, por lo tanto el gobierno militar del general Farrell decide aplicar una política de sustitución de importaciones.

Perón era en ese momento vicepresidente, pero además, desde hacía varios años, tenía a su cargo la Secretaría de Trabajo, por lo que ya había desarrollado cierto liderazgo con la masa trabajadora.

Durante ese período, el coronel Perón creó los tribunales de trabajo; se sancionó el Decreto 33.302/43 extendiendo la indemnización por despido de los empleados de comercio a todos los trabajadores; más de dos millones de personas fueron beneficiados con la jubilación; se sancionó el Estatuto del Peón de Campo y el Estatuto del Periodista; se crea el Hospital Policlínico para trabajadores ferroviarios; se prohíben las agencias privadas de colocaciones; se crean las escuelas técnicas dirigidas a obreros; en 1944 se firmaron 123 convenios colectivos que alcanzaban a más de 1 400 000 obreros y empleados y en 1945 otros 347 para 2.186.868 trabajadores. Adicionalmente Perón logra derogar el decreto-ley que reglamentaba los sindicatos sancionado en los primeros días del gobierno militar.

A la luz del desarrollo de la industria mediana se produjeron migraciones masivas de trabajadores desde el interior hacia Buenos Aires, lo que originó el nacimiento de nuevos sujetos políticos que fueron astutamente captados por Perón durante su estadía en la Secretaría de Trabajo.

Pasar del monocultivo al desarrollo industrial liviano para sustituir importaciones dio origen a una pequeña burguesía industrial nacional que demandaba mano de obra de todo tipo, además de la calificada.

La fortuna y la virtud se unieron para que en ese momento hubiera un coronel que le quisiera dar forma política a esta oportunidad histórica y ofreciera con los mecanismos del estado la posibilidad de satisfacer esta demanda a través de la clase trabajadora.

LA ASTUCIA DE LA RAZÓN

Perón intuye que el desarrollo de la industria manufacturera y liviana requiere de esa fuerza de trabajo e inmediatamente comienza a otorgarle derechos sociales a obreros, peones rurales y a todo trabajador que se encontrara fuera del sistema laboral .

Todos los trabajadores, los representantes de las clases populares y aquellos cuya piel no era blanca, despreciados por la sociedad porteña, sabían que en la Secretaría de Trabajo había un coronel Perón que los escuchaba, que trataba de solucionarle sus problemas y que les daba cada vez más derechos, similares a los de la clase media.

Poco a poco, Perón se propone ganar la confianza de los distintos gremios.

El más difícil, el gremio de la carne, declara una huelga por mejoras salariales y su secretario general, José Peter, les aconseja a los trabajadores que desistan porque había que mandar carne a Europa por la guerra.

Perón les dice que hagan la huelga de todas maneras ya que ellos no tienen nada que ver con el comunismo ruso. Como conclusión, Perón se queda también con el gremio de la carne.

CIVILIZACIÓN Y BARBARIE:

Del 43 al 46 se construye poder y nace una nueva clase: la de los trabajadores.

Hay un sujeto nuevo: los inmigrantes del interior, perfectamente visualizados por Perón, pero ignorados por un partido que hacía alarde de revolucionario: El partido comunista.

El socialismo no pudo ver esta nueva fuerza revolucionaria porque estaban muy ensimismados con la guerra en Europa, en la cual su dirigente Victorio Codovilla apostaba a las clases cultas y con experiencia sindical para la revolución.

Este partido consideraba a la clase migrante de interior como personas inferiores, morochos ignorantes que no tenían ni cultura ni ambiciones revolucionarias.

Ellos eran la civilización y los migrantes la barbarie.

Pero esa masa de bárbaros, a la que un joven coronel canchero, sonriente y  seductor les hablaba de igual a igual, sería la que produciría una de las revoluciones más excepcionales de la historia: “Ni yanquis ni marxistas, la patria peronista”.

Este hecho fue tan ofensivo para la derecha que Farrell no pudo hacer frente a las presiones de sus colegas militares y de la oligarquía nacional, por lo que decidió encarcelar a Perón en la isla Martin García.

EL EJERCICIO DE LA PRAXIS

Perón siempre negó que la manifestación del 17 de octubre haya sido espontánea, ya que previamente él había hablado con los obreros anticipando las acciones del gobierno, de manera tal que todo estaba preparado con minuciosa astucia y estrategia.

Lo que sí fue espontánea es la reacción de la masa trabajadora al ser tratados sarcásticamente por la clase patronal.

El 12 de octubre era feriado y Perón había firmado un decreto diciendo que la clase obrera debía cobrar también los días no laborables.

Cuando los obreros van a pedir el pago del 12 de octubre los patrones, envalentonados porque Perón estaba preso les dicen: “Vayan a cobrarles a Perón”.

Y así fue como, gracias a esta frase, los obreros se iluminaron. Decidieron en forma unánime que tenían que cobrar a su líder y para eso tenían que liberarlo de la cárcel.

Para ello el pueblo debió salir a la calle, y salir a la calle no es cualquier cosa.

Salir a la calle implica llevar a cabo el verdadero ejercicio de la praxis, es el lugar en el que los sujetos políticos armarán la estructura fundacional en donde se sostendrá el poder de la clase trabajadora.

La praxis es la unión de deseos, es el compartir un punto de vista que siendo propio tiene en común el sentido de la emancipación y de transformación de la realidad.

LA IDENTIDAD COMO SÍNTESIS DIALÉCTICA

Aquellas personas que venían del gran Buenos Aires y del interior, vestidas con sus ropas de trabajo y desalineadas no se preguntaban ¿Vos vas a liberar a Perón? ¿Vos vas a pedir por nuestros derechos? No.

Todos sabían que debían pelear por lo suyo y lo suyo estaba representado en la imagen del coronel Perón.

El pueblo argentino exigía la liberación inmediata de su líder natural.

Había una curiosa consigna que se repetía entre los manifestantes y que luego fue cruelmente utilizada por el antiperonismo para rebajarlo: “alpargatas sí, libros no”.

Lo que sucedía es que en ese momento los estudiantes porteños, en su visión elitista de la realidad y desde una posición de discriminación ilustrada, estaban en contra de los obreros, de los migrantes y en definitiva del peronismo que se venía. Y hasta ese momento, uno obrero jamás llegaba a la universidad.

Un obrero no tenía ni leía libros, tenía alpargatas.  Y fue este símbolo el que formó parte de la identidad obrera. Había un enfrentamiento y para ganar la batalla lo importante era el reconocimiento de la propia identidad. Fue la vestimenta el medio para reconocerse a sí mismo.

LA ÉPICA PERONISTA

Los trabajadores argentinos salían a la calle para pedir la libertad de quien supo reconocerlos haciéndolos visibles como sujetos de derecho.

Nadie puede negar, salvo que el resentimiento y el odio nuble la razón, que el 17 de octubre de 1945 es uno de los momentos más sublimes de la épica peronista.

Es el gran momento del reconocimiento del otro cuando el amo y esclavo se enfrentan en una dialéctica en la que una nueva clase social asumirá el rol histórico de protagonizar, a partir de ahora, los destinos de una nación.

Será la posmodernidad y el neoliberalismo quienes, como de costumbre, intentarán por todos los medios hacer caer el glorioso relato emancipador de la lealtad de un pueblo que conoció la justicia social gracias a su líder indiscutible: El Coronel Juan Domingo Perón.

Y es responsabilidad de nosotros, los peronistas, evitar por todos los medios que esto suceda.

Alejandro Lamaisón

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