EL BAILE DE LA MUERTE

El séptimo sello y el sistema capitalista.
ÍNDICE DEL ARTÍCULO
Fase 3: Invitación al baile
Entre la muerte y el contagio de miles de compatriotas, los porteños y sus vecinos del AMBA inauguraron ayer la Fase 3 en un intento por “volver a la vida habitual”. No sólo el gobierno argentino pretende de a poco poner en movimiento la maquinaria de la ya desgastada economía, sino todos los países del mundo cuyos sistemas económicos no pueden escapar a la globalización financiera del sistema capitalista. Quizá la gente se enferme por la pandemia, pero seguramente enfermará de hambre y miseria si no sale a ganarse su sustento.
La guerra contra el Covid ha llegado a tal punto que es una de las pocas veces en la historia en el que no hay ni vencedores ni vencidos. Cualquier triunfo resulta pírrico si no se descubre de manera urgente una vacuna. En Argentina, el gobierno actual intenta salir de un pozo profundo, con medidas pensadas en combinación con infectólogos, economistas y empresarios, pero en determinados sectores de la oposición, en lugar de favorecer la salida del pozo, siguen cavando para que el pozo se haga más profundo. Según les convenga para entorpecer al gobierno actual, a veces están a favor de la cuarentena y a veces no. Lo que no se dan cuenta es que no hace falta su vergonzante oposición cuando hay un sistema capitalista que es en su esencia anticuarentena y en el que estamos insertos la mayoría de los habitantes del mundo.
El capitalismo y diversos sectores del establishment bailan con la muerte en una fiesta cuyos asistentes esperan ser invitados a la danza macabra del riesgoso contagio para ir en búsqueda del trabajo diario y dar funcionamiento a la maquinaria opulenta del mercado. La medicina pasa a segundo plano cuando el objeto de fe es exclusivamente el dinero y la banca la nueva Iglesia que gestiona nuestra existencia. En este sistema económico no podemos darnos el lujo de pensar que la obediencia a la medicina nos salvará, sino la producción de mercancía todos los días y a toda hora, porque de lo contrario, su falso Dios y su incapacidad de salvar al hombre quedaría expuesta. El capitalismo es una religión de la culpa eterna. Siempre se está en deuda y la expiación nunca llega. En consecuencia todos los pobres, si no salen a ganarse el pan de cada día a pesar de los peligros de la pandemia, son culpables de su propia pobreza, lo que justifica de manera indefinida el sufrimiento universal. Esta terrible conciencia de culpa/deuda echa mano del culto no para expiar la culpa, sino para hacerla universal, para grabarla en nuestra conciencia e inmiscuir al mismo Dios en esa culpa como manera de lograr la redención.
La danza
El baile con la muerte impide realizar una cuarentena ya que la meta final de la danza es siempre el dinero. Por eso requiere el sacrificio continuo, el riesgo de enfermarse para lograr alcanzar el paraíso en cuyo centro habita el mercado, quien con su mano invisible derramará de su copa el bienestar general. El capitalismo intentará explicar el origen de los problemas que hacen que la sociedad nunca pueda disfrutar de los placeres que promete esta doctrina. Uno de los justificativos más comunes es el pecado de caer en la pretensión de querer corregir o redirigir el mercado para superar los problemas sociales. Ayudar al más débil es distorsionar la ley universal de supervivencia del más fuerte. El buen Dios mercado sufre cuando un gobierno como el de Alberto Fernández comete el pecado de anunciar políticas keinesianas que arruinarán la perfecta armonía del mercado. Serán los medios de comunicación con su séquito de mercenarios los que pondrán en caja estas distorsiones de la armonía monetarista como un depravado círculo vicioso en el que se reafirmará nuevamente la fe en el mercado y en el valor redentor del sacrificio humano.
Fase cuatro sin importar el número de infectados. La gente sigue bailando con la muerte pues necesita trabajar y el país recuperar su alicaído P.B.I. Esta teología del sacrificio, según Walter Benjamin, “convalida la culpa -sufrimiento arraigada en la conciencia social de occidente desde sus orígenes, ya sea católico o protestante”.
«El séptimo sello»
Por más que se le dé vueltas a la cosa, el sistema económico en el que estamos inmersos siempre ha bailado con la muerte desde sus orígenes. El capitalismo es amigo de la muerte y en esa danza macabra una pandemia planetaria apenas lo contradice en su esencia espoliadora. La decisión de Alberto Fernández de liberar inevitablemente muchas de las actividades económicas tiene mucha semejanza con “El séptimo sello”. El presidente, como Antonius Block, juega una partida de ajedrez con la Muerte para distraerla y lograr que los argentinos salgamos a trabajar con el distanciamiento obligatorio necesario, pero nada es todavía seguro, pues «sobre ellos sigue el cielo tormentoso”. El parte diario de los infectados y muertos más las estadísticas a futuro no son muy alentadores. En la película la muerte gana la partida. Suben juntos el monte. (…) La Muerte, severa, los invita a danzar. Van tomados de las manos haciendo una larga cadena y empieza la danza. Delante va la misma Muerte con su guadaña y su reloj de arena. (…)Ya marchan todos, hacia la oscuridad, en una extraña danza. Ya marchan huyendo del amanecer, mientras la lluvia lava sus rostros, surcados por la sal de las lágrimas».
Es nuestro deseo que el maravilloso e impactante final de la obra de Bergman no se cumpla o que al menos, vacuna de por medio, nos permita ganar una partida más de ajedrez.
Aunque lamentablemente, algunos argentinos, si siguen poniendo palos en la rueda, lograrán finalmente que por cansancio, Antonius Block deje de jugar.
Alejandro Lamaisón