Ni una causa en su contra.

SAN MACRI: LA JUSTICIA NO ENCUENTRA CAUSA ALGUNA PARA IMPUTARLO.

PODER ABSOLUTO

Según el artículo 22 de nuestra Constitución, el pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes.

Desde que asumió el nuevo gobierno, la representación del poder ejecutivo y legislativo se ha visto desdibujada debido a la avasallante injerencia del poder judicial cuando se tocan intereses del poder real.

En esta distorsión de la democracia representativa, quien termina gobernando en realidad no es el pueblo, sino una monarquía formada por cinco personas con el poder absoluto de decidir sobre el destino de los ciudadanos y sus instituciones.

Arteramente se respeta el sistema representativo, pero representativo de los intereses de los poderes económicos, financieros y corporativos y nunca de las mayorías populares que siempre resultan vulneradas en el momento de decidir a quién beneficiar.

No gobierna el partido elegido por la mayoría de los argentinos, sino el partido judicial amparado por la corporación mediática y la embajada de los Estados Unidos.

En este sentido, el gobierno del Frente de Todos, que ha hecho muchísimo por sostener una población diezmada por las dos pandemias macrista y viral, parecería ser impotente a la hora de depurar la justicia y erradicar la impunidad en la que se mueven los grupos hegemónicos.

CAMBIEMOS: EL GOBIERNO MÁS IMPOLUTO DE LA HISTORIA

La prueba está en que aún existen presos políticos y que en los hechos de corrupción del gobierno anterior las causas nunca logran alcanzar el mérito suficiente como para procesar a ningún ex funcionario.

Tal es así que el juez mimado por la Corte Suprema, Bruglia, acaba de fallar a favor de que la bochornosa causa de espionaje ilegal pase a Comodoro Py, lugar sumamente amigable para Macri y sus secuaces.

La hipocresía llega a su mayor exponente al comprobar que, pese a que el gobierno de la alianza Cambiemos acumula más de 225 causas de corrupción, lavado de dinero, estrago doloso, vaciamientos de empresas, prevaricato, fuga de capitales, abandono de personas, etc., para la justicia ha sido uno de los períodos más transparentes e impolutos de la historia.

Como una burla al raciocinio de los argentinos, un presidente que fugó más del 80 por ciento del préstamo más grande de la historia del FMI, no tiene prácticamente ninguna causa en su contra ni obligación de responder ante nadie por la espantosa deuda a la que sometió a varias generaciones.

Si se pretende que el sistema democrático siga funcionando con la consigna de que Cristina se robó todo y que Mauricio Macri es apenas un domador de reposeras sin culpa ni responsabilidad por la devastación económica y moral a la que sometió al país, estamos en el horno.

LA DEMOCRACIA FRENTE AL PODER

La democracia requiere urgente una depuración de la justicia utilizando las herramientas institucionales que brinda la Constitución Nacional, de lo contrario existe el peligro de una ruptura del contrato social con la consiguiente imposibilidad de recuperar la tradición popular de que, en las buenas o en las malas, el pueblo siempre es leal a su líder político.

Esta actitud de sometimiento a los poderes fácticos opacan los logros importantísimos realizados por el gobierno, tanto en lo económico  como en el manejo de la pandemia y en las mejoras en el campo social.

La justicia es un territorio en donde la política se expresa en el intercambio de favores, en donde los políticos, los monopolios, las corporaciones y todo el poder económico tratan sus asuntos con la sutileza  que le brinda el sostenimiento de jueces y fiscales de la calaña de Stornelli o el fallecido Bonadío, para condicionar la política y eliminar a los candidatos de carrera.

Asimismo, es un dispositivo de poder que siempre logra consolidarse persiguiendo a opositores, recortando derechos, cuestionando lo popular y suprimiendo cualquier medida de tinte progresista.

Precisamente, la persecución a Cristina, no es por el simple odio hacia ella, sino por el proyecto popular que ella representa en consonancia con otros líderes de américa latina, los cuales sufrieron el mismo tipo de persecución.

Desde que asumió Macri, asumió el poder judicial al gobierno y hoy sigue enquistado sin que nadie pueda hacer nada para impedirlo, a veces por el exacerbado republicanismo de Alberto Fernández, otras veces por la presión de los medios monopólicos, pero principalmente por la vileza de aprovechar la pandemia para desestabilizar un gobierno de neto corte popular.

Entonces: ¿Tiene la capacidad el Frente de Todos como para avanzar sobre los poderes fácticos y la autocracia judicial o siempre estará condicionado a ellos?

RECUPERAR EL TERRITORIO 

Si no fuera por el debilitamiento de partidos históricos como la UCR, el cual se vendió pornográficamente al poder y por la degradación del sindicalismo en la que se ve a sus líderes saliendo de los cócteles de la embajada norteamericana o aceptando viajes pagados por el establishment, la respuesta sería afirmativa.

Pero ante la adversidad de los tiempos que vivimos y la superioridad del adversario deberemos volcar todas nuestras expectativas al empoderamiento de la clase trabajadora y de las masas populares para el fortalecimiento de la democracia a través de la participación de las mayorías.

En este sentido, será necesario, vacuna de por medio, recuperar la calle como el territorio natural de la clase trabajadora, para apoyar las medidas de un gobierno que apunta a la reconstrucción nacional y alentarlo para que de una vez por todas asuma su destino de haber sido, junto a México y el nuevo gobierno boliviano, el comienzo de una américa latina libre y soberana.

Alejandro Lamaisón

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