EL INVIERNO DEL FIN DE LOS TIEMPOS

EL INVIERNO NUCLEAR SERÍA INEVITABLE TRAS EL ENFRIAMIENTO GLOBAL PRODUCTO DEL HUMO ESTRATOSFÉRICO PRODUCIDO POR LA DETONACIÓN DE BOMBAS NUCLEARES.
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¿INVIERNO O INFIERNO?
A un año y medio de iniciada la guerra ruso- ucraniana, los expertos creen que el «invierno nuclear» podría dejar de ser una probabilidad distópica para transformarse en una realidad inmediata si EEUU y la OTAN empiezan a abastecer a Ucrania de bombas de racimo y aviones que cuentan con capacidad para cargar armas atómicas.
El invierno nuclear es un fenómeno climático que describe la consecuencia del uso de bombas atómicas para definir una guerra. Surgió en el contexto de la guerra fría, y predecía un enfriamiento global debido al humo estratosférico, que tendría como consecuencia un colapso de la agricultura y la amenaza de hambrunas para la mayoría de la humanidad.
Una guerra nuclear total podría arrojar tal cantidad de humo a la estratosfera que los humanos no volveríamos a ver el sol en mucho tiempo y la expulsión de hollín provocaría cambios en la superficie de la Tierra, porque bloquearía gran parte del sol durante al menos una década.
Los millones de personas muertas y heridas en los primeros días de un conflicto nuclear serían solo el comienzo de una catástrofe que eventualmente abarcará al mundo entero.
Si bien hasta ahora Rusia continúa con el uso de armas convencionales y proyectiles de energía cinética, el Kremlin advirtió que «el posible uso de bombas de racimo en el conflicto cambia la situación y, por supuesto, obliga a Rusia a tomar ciertas contramedidas».
Las bombas de racimo son denunciadas en gran parte del mundo por la peligrosidad que representan las pequeñas municiones sin explotar en la población civil.
Asimismo, el ministro de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, aseveró que el país norteamericano y la OTAN «crean riesgos de un enfrentamiento armado directo» al facilitar las aeronaves militares, que cuentan con capacidad para cargar armas atómicas.
CAUSAS Y CONSECUENCIAS DEL INVIERNO NUCLEAR
El invierno nuclear seguiría estos pasos: la bomba nuclear levantaría una enorme nube de ceniza y polvo que estaría en suspensión en la atmósfera durante meses. Esta capa dificultaría o impediría totalmente el paso de la luz solar, lo cual provocaría la muerte de los seres vivos que realizan la fotosíntesis.
Precisamente, estos seres, los productores, son el eslabón más bajo de la cadena trófica o cadena alimentaria, con lo cual también se extinguirían los demás seres vivos: herbívoros, carnívoros y descomponedores. Además, el ambiente sería irrespirable, por lo que muchos animales morirían directamente, al no poder efectuar la respiración.
Una guerra nuclear moderada que involucre alrededor de 100 armas nucleares de 15 kilotones lanzadas en áreas urbanas resultaría en 27 millones de muertes directas, según los expertos.
De acuerdo a estudios científicos, aún los intercambios atómicos más modestos serían suficientes para producir efectos del mismo orden que la pequeña edad de hielo o el año sin verano. El uso del arsenal ruso y estadounidense llevaría a un descenso de la temperatura comparable o posiblemente más acusado que el de una glaciación, quizá durante una década.
Una guerra nuclear total podría arrojar tal cantidad de humo a la estratosfera que los humanos no volveríamos a ver el sol en mucho tiempo.
Esto tendría graves repercusiones sobre la vida en el planeta, como:
Altas dosis de radiación de la lluvia radiactiva interrumpirían la fotosíntesis de las plantas y, por lo tanto, podrían destruir gran parte de la vida vegetal y animal de la Tierra.
La oscuridad causada por la nube de polvo y ceniza será suficiente para enfriar todo el planeta en aproximadamente 1,25 grados Celsius, lo que tendrá efectos letales en la producción de alimentos
La reducción de la producción agrícola y ganadera, lo que provocaría escasez de alimentos y hambrunas generalizadas.
La alteración de los ciclos hidrológicos y biogeoquímicos, lo que afectaría a la disponibilidad y calidad del agua dulce.
Las temperaturas se reducirían durante más de 25 años y que las «heladas asesinas» reducirían las temporadas de siembra entre 10 y 40 días por año durante 5 años.
La disminución de la capa de ozono, lo que aumentaría la exposición a la radiación ultravioleta y sus efectos nocivos sobre la salud y el medio ambiente.
La alteración de los patrones climáticos y meteorológicos, lo que provocaría sequías, inundaciones, tormentas y otros fenómenos extremos.
La desaparición de la luz solar y la temperatura del mar, especialmente desde el Ártico hasta el Atlántico Norte y el Pacífico Norte, matarían las algas, la base de la red alimentaria marina.
La extinción masiva de especies animales y vegetales, lo que reduciría la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.
La desestabilización social, política y económica, lo que generaría conflictos, violencia, migraciones forzadas y crisis humanitarias.
¿QUE PODEMOS HACER PARA EVITAR EL INVIERNO NUCLEAR?
La única forma de evitar el invierno nuclear es prevenir una guerra nuclear masiva. Para ello, es necesario:
a) Que bajo ningún punto de vista Estados Unidos y los países aliados occidentales permitan el ingreso de Ucrania a la OTAN hasta haber finalizado la guerra, dado que este gesto implicaría activar el artículo 5, según el cual “un ataque armado contra uno o varios de sus miembros en Europa o América del Norte debe ser considerado como un ataque contra todos”. Dicho de otra manera, sería el comienzo de la tercera guerra mundial.
b) Fomentar el diálogo y la cooperación entre las potencias nucleares y los países en conflicto.
c) Apoyar las iniciativas internacionales para la paz y la seguridad mundial.
d) Concienciar a la opinión pública sobre los riesgos y las consecuencias de una guerra nuclear.
El invierno nuclear es una amenaza real para la humanidad y el planeta. Debemos actuar con responsabilidad y solidaridad para evitar que se convierta en una realidad.
Una guerra nuclear global total entre los Estados Unidos y Rusia con más de 4.000 ojivas nucleares de 100 kilotones provocaría, como mínimo, 360 millones de muertes instantáneas.
Se calcula que solo una detonación de 300 kilotones podría provocar un incendio masivo con un radio de al menos 5,6 kilómetros y el aire en esa área se convertiría en polvo, fuego y humo.
Tras una guerra nuclear, la hambruna por sí sola podría ser más de 10 veces más mortal que cientos de explosiones de bombas involucradas en la contienda.
En este sentido será necesario tomar conciencia de que, si algún líder político decidiera apretar “el botón rojo”, éste no le pondría fin solamente a la guerra ruso- ucraniana, sino que terminaría con todas las guerras para siempre por toda la eternidad, en el largo invierno del fin de los tiempos.
Alejandro Lamaisón
Tristemente excelente el artículo de Alejandro Lamaison
Gracias, Gustavo.
Tristemente excelente el artículo de Alejandro Lamaison