¿Quién no ha pasado por la experiencia de que cada vez que concurre a su médico reza para que el paciente que lo precede no sea un visitador médico, pues si lo fuere, la espera será eterna?

EL AUMENTO DE LOS MEDICAMENTOS: CUANDO LA ÉTICA DEL MÉDICO QUE RECETA SE PONE A PRUEBA.

MÉDICOS SIN FRONTERAS (TURÍSTICAS)

¿Quién no ha pasado por la experiencia de que cada vez que concurre a su médico reza para que el paciente que lo precede no sea un visitador médico, pues si lo fuere, la espera será eterna?

En Argentina, un médico puede recibir entre cinco y ocho visitadores médicos por semana en su consultorio. En estos encuentros, dichos representantes le ofrecen muestras de medicinas, folletos con las últimas novedades terapéuticas, regalos de toda índole y pasajes para él y su familia a paraísos turísticos bajo la excusa de concurrir a congresos científicos.

Esas son las estrategias más comunes que utiliza la industria para influir en las decisiones de prescripción de medicamentos y en las que invierten millonarios presupuestos.

Los laboratorios farmacéuticos gastan en promoción el doble de los recursos que destinan a investigación y desarrollo por año. 

Esta maniobra persuasiva, apelando a las debilidades humanas, viene funcionando desde hace décadas dado que, a pesar de la obligación de recetar la medicación con el nombre genérico, el médico “aconseja” determinadas marcas induciendo al paciente a comprarla.

Sin ningún tipo de justificación científica que demuestre que la calidad del genérico es inferior a la de las marcas más famosas, el profesional instiga al paciente a comprar una marca determinada pagando hasta cuatro veces más el precio del medicamento.

A esta táctica de los grandes laboratorios debemos agregar una de las menos reveladas pero más efectivas desde el punto de vista comercial, la cual consiste en “persuadir” a las droguerías de desabastecer a las farmacias de genéricos para que el farmacéutico no tenga más opción que ofrecer el medicamento más caro. Para ello utilizan la misma estrategia de persuasión que con los médicos particulares.

Por tal motivo nunca se cumple la prescripción médica por genéricos y aprovechándose de la demanda cautiva, las marcas de los grandes laboratorios aumentan sus precios cuando se les antoja dado que en Argentina los laboratorios pueden ajustar su rentabilidad en base a sus propias estrategias comerciales, sin pedir ningún tipo de autorización.

En tal sentido se ha llegado a la locura de que los medicamentos más comunes y necesarios valgan 3 o 4 veces más que otros, es decir 1 caja de un laboratorio “famoso” equivale a  3 0 4 de un genérico, exactamente igual en su efecto.

EL LABORATORIO, EL MÉDICO Y EL ESTADO 

Según un informe de Adecra- Cedim, los medicamentos más usados y más recetados por los médicos son los que más han aumentado sistemáticamente por sobre la inflación, llegando hasta un 1.300 por ciento, como el Ibuprofeno, el Enalapril y la mayoría de los utilizados para tratamientos oncológicos y para terapias intensivas.

En plena pandemia y segunda ola, este incremento desproporcionado sólo se logró atenuar con una resolución conjunta que establecía precios máximos por 150 días. Vencido este plazo en abril 2021, volvieron a aumentar inmediatamente.

Así como el Estado regula la calidad, debería intervenir también para detener esta distorsión, en base a herramientas regulatorias, como por ejemplo el congelamiento de precios de ciertas marcas conocidas.

Asimismo, la ley de prescripción por genéricos, listado de acceso público para que los médicos y pacientes también vean los precios y comparen y el control de abastecimiento de genéricos en todas las farmacias debería ser una razón de Estado.

Está comprobado científicamente, incluso con el respaldo del ANMAT, que los medicamentos genéricos tienen la misma calidad desde el punto de vista sanitario que las marcas de los grandes laboratorios nacionales e internacionales.

Si se regula la calidad y se le exige a los laboratorios locales que sus productos tengan la mayor eficacia para que cumplan su objetivo terapéutico y nadie se queja, ya es hora de que también se toquen los intereses de los grandes laboratorios internacionales y se regulen los precios.

Precisamente, tras la reunión entre el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti y los representantes de laboratorios, el Gobierno anunció un «principio de acuerdo» para el congelamiento de los precios de los medicamentos en todo el país.

Aparentemente se considerarán los precios del 1° de noviembre (y no los de octubre) y se mantendrán así hasta el 7 de enero del 2022.

Apenas un poco más de sesenta días de oxígeno para que los argentinos que requieren consumir medicamentos sientan que un Estado presente aún no los ha abandonado.

Aunque, lamentablemente, pasado esos sesenta días, “la libertad del mercado” retornará inexorablemente para intentar volver a asfixiarlos.  

Alejandro Lamaisón

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