EL OCULTAMIENTO DEL REGRESO

REGRESO SIN GLORIA: UN PLAN SISTEMÁTICO DE OCULTAMIENTO Y SUS CONSECUENCIAS DEVASTADORAS PARA NUESTROS HEROES DE MALVINAS
¡Por fin un presidente se acuerda de verdad de ellos!, aunque ya nada pueda reparar la insensibilidad social y estatal que reinó varios años después de haber finalizado la guerra.
Alberto Fernández enviará al Congreso tres proyectos de ley con medidas para beneficiar a los excombatientes de la guerra de Malvinas.
Uno de los proyectos (vetado por Macri en 2016) les otorga un Régimen Previsional de Excepción, Especial y Optativo para el Otorgamiento de Beneficios Jubilatorios, otro les otorga Cobertura Médica Total para los excombatientes y sus familias y el tercero establece un Beneficio de Eximición del Pago de peajes en rutas y autopistas nacionales.
Resulta escalofriante reconocer que la cantidad de soldados que fallecieron post conflicto a causa de suicidios, es de tal magnitud que puede compararse a la misma cantidad que murieron en la guerra y la posguerra.
Si esto pasó es porque todos somos culpables de haberlos ignorado en el peor momento de sus vidas, en ese punto de inflexión en el que un niño-adulto de 18 años se pregunta ¿Qué hice yo de malo para que me obliguen a renunciar al amor de mi familia, a la fraternidad de mis amigos, a disfrutar la tibia sensación de la primer experiencia sexual, a mi sueño de ser mañana?
“Las bombas nos explotaban al lado, escuchábamos las balas pasar cerca y no nos pasó eso porque se nos ocurrió un día ir a bailar o a trabajar o de vacaciones. ¡No! A nosotros la dictadura nos obligó a ir allá, sin formación, haciéndonos cagar de frío y de hambre con 18 y 19 años, la misma edad que tienen muchos de los que sobrevivieron en Cromañón”, reclama, y con razón, el ex combatiente Ramón Garcés: “Para la sociedad somos ‘los loquitos’ de Malvinas”.
El estrés post- traumático, la falta de asistencia por parte del Estado y la insensibilidad social, llevó a que muchos de los que pelearon en Malvinas cayeran en un pozo depresivo, fueran víctimas de los vicios y sintieran que ya no valían nada. Es ahí cuando el suicidio se les presentó como la única salida.
Todos somos culpables de esta apatía humanitaria, pero paradójicamente, los únicos responsables del terrible ninguneo a lo que fueron sometidos los excombatientes fueron las mismas Fuerzas Armadas (FFAA).
Para el excombatiente Hugo Robert, presidente del Cecim, las mismas FFAA que habían tomado la Argentina continental, cruzaron la plataforma marina y tomaron Malvinas. “Queríamos ir a pelear con el ejército de San Martín y Belgrano, pero nos tocó ir con el de Videla, Galtieri y la armada de Massera”.
Resulta tan doloroso que no se puede entender que era el mismo ejército que desaparecía ciudadanos y torturaba embarazadas.
“Esas mismas torturas que cometían en el continente las replicaban en las islas en contra de los soldados argentinos que, de yapa, peleaban contra una de las armadas más poderosas de la tierra”, afirmó Robert.
Al finalizar la guerra, el retorno de los soldados rendidos, atormentados y perturbados psicológicamente no sólo por la derrota sino también por las torturas sufridas por sus mismos oficiales y suboficiales era una potencial amenaza para las FFAA.
Sus testimonios y su propio estado físico y psicológico podían contribuir a alimentar la indignación social y a profundizar el descrédito y el creciente malestar de la población hacia una dictadura militar en estado de descomposición.
Ante esto las FFAA diseñaron un plan sistemático (ya tenían suficiente experiencia con el robo de bebés) para ocultar sus regresos con la misma metodología que habían utilizado durante el período previo de represión clandestina: encubrimientos, censura, amenazas, operaciones de inteligencia y complicidad mediática.
Fue así que, luego de la rendición argentina en las islas, para que la población no pudiera ver ni recibir a los soldados en el período de postguerra se implementaron estrategias destinadas a aislar a los soldados para evitar que tuvieran contacto con sus antiguos compañeros de destino.
Hubo para eso seguimientos a todos los centros de excombatientes que comenzaron a organizarse y prohibición a las instituciones de implementar medidas de contención, ayuda psicológica, reconocimiento y reparación hacia quienes habían luchado y hacia los familiares de los caídos.
El ocultamiento de esos regresos se sumó así a la larga lista de acciones implementadas por el terrorismo de Estado tendientes a esconder las consecuencias de sus actos.
Con esta carga emocional de sinrazón viven (o sobreviven) nuestros héroes de Malvinas.
Por más beneficios y reconocimientos que se les otorgue ahora, siempre tendremos el remordimiento de no haber actuado de la misma manera en el momento en que más nos necesitaban y a una edad en la que todo ser humano merece soñar.
Excombatientes: A 39 años de la Guerra de Malvinas, sólo me queda pedirles perdón.
Alejandro Lamaisón