EL ODIO Y LA VIOLENCIA COMO ESTRATEGIA NEOLIBERAL

Manifestantes desatan su odio y violencia contra un móvil de C5N
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LAS USINAS DEL ODIO
En estos días de incertidumbre generalizada, tanto en lo referente al rebrote mundial de la pandemia como en la caída estrepitosa del P.B.I. de todas las economías a nivel planetario, el ataque furibundo de la derecha neoliberal hacia el gobierno de Fernández-Fernández se refuerza constantemente, llegando al punto de incitar a la violencia y a la rebelión social.
Las expresiones de Macri junto al ultraderechista Vargas Llosa acusando al gobierno actual de avanzar sobre las libertades, el funcionamiento de la Justicia, la independencia de los poderes y la propiedad privada y el Twitter del diputado ultramacrista Fernando Iglesias dirigido a la vicepresidenta con el título “Chorra, vamos por vos” no es inocente ni espontánea.
Tampoco son ingenuas las declaraciones de mercenarios mediáticos estimulando las protestas callejeras que, en un acto de absoluta irresponsabilidad ciudadana, ponen en riesgo el éxito de la cuarentena. Incluso uno de estos periodistas servidores del establishment, llegó al extremo de justificar la destrucción de un móvil de C5N.
Este avance comunicacional incitando a la protesta social no es ni más ni menos que un plan sistemático de la derecha de estimular el odio como estrategia para fortalecer el poder perdido parcialmente en diciembre de 2019.
Mientras la usina de trols center trabaja a full en las redes sociales, los medios de comunicación monopólicos vuelven nuevamente a imponer los intereses de un pequeño grupo como si fueran el de toda la sociedad. Aprovechándose de las necesidades reales de una ciudadanía exhausta de luchar por el día a día, eliminan con fábulas de intervenciones estatales y de atentados a la libertad de expresión la posibilidad de que logremos pensar por nuestra cuenta y tomar de una vez por toda conciencia de clase. En respuesta a esto, centenares de manifestantes salen a la calle dispuestos a todo, pues adoptan una visión del mundo que no concuerda con sus propias necesidades, sino con las del capitalismo financiero nacional y de algunos medios que lo sustentan.
¿Cómo se logra este estado de descontrol o alienación explícita?
Inoculando el odio y la violencia.
LA FURIA ELIMINA LA REFLEXIÓN
Unas de las tácticas del neoliberalismo para infundir el odio en la sociedad es apelar al sistema del chivo expiatorio. De esta manera se etiqueta a los líderes populares de corruptos, se alimenta el odio de clase hasta que el ciudadano ya no puede distinguir entre quién es quién. Se trata de aplicar la violencia, la angustia y el miedo, elementos que atentan contra los lazos solidarios y alimentan la segregación. El objetivo es, sin duda, enfermar la cultura para destruir la opinión pública y finalmente colonizar la subjetividad de la sociedad civil. Finalmente, el conflicto político termina convirtiéndose en una lucha de pobres contra pobres en la que sólo saldrá triunfante la eterna derecha dominante, el sometimiento al capitalismo foráneo y a su principal representante: el FMI.
En el inconsciente el que protesta sabe que un político del establishment no mejorará su situación económica e incluso que empeorará, pero está dispuesto al sacrificio a cambio de que aquellos sujetos a los que odia la pasen peor que él. Es decir, el triunfo de los gobiernos neoliberales no garantizan una mejor calidad de vida para los ciudadanos, pero sí garantizan una vida peor para aquellos a quienes odian.
La furia descontrolada de los manifestantes del 9 de julio fue de tal magnitud que si se les ponía un arma en la mano seguro acribillaban a balazos a los pobres periodistas que estaban allí para ganarse su magro sueldo.
El servilismo inconsciente que genera el neoliberalismo, para lo cual cuenta con los medios concentrados de comunicación, algunos sectores del sistema judicial y los servicios de inteligencia del poder político de turno, proviene directamente de la condición de mercancía usable y desechable que el capitalismo le atribuye al ser humano. Ese odio, ese desprecio por la otredad, es el portador de una forma homogénea de pensar, de una cultura uniforme y universal en la que la reflexión ha dejado de existir.
NUNCA MÁS
Ya no hay argumentos para justificar la protesta. Sólo odio y desconcierto.
Personalmente, mi confusión es tal que Etchecopar, Etchecolatz y Chocobar se me mezclan en un espantoso trabalenguas de apellidos vascos de diferentes familias, pero de maneras de pensar y de actuar tan aterradoras como parecidas.
Y el resultado de estas fusiones de personajes y posturas, lamentablemente ya lo vivimos y experimentamos durante los oscuros años de gobiernos autoritarios: padres sin hijos e hijos sin padres de una generación cuyo sufrimiento aún deja su impronta en la memoria de muchos argentinos.
Luchar en contra del neoliberalismo de Juntos por el Cambio, de los medios hegemónicos y de la violencia institucional e ideológica es el medio.
Alcanzar el NUNCA MÁS será en definitiva el fin de todos los argentinos y el triunfo de la razón.
Alejandro Lamaisón