F.M.I. como remedio.

CUANDO RESULTA MÁS PERNICIOSO EL REMEDIO QUE LA ENFERMEDAD.

Lo peor que le puede pasar al FMI es que los países que le pidieron prestado dinero le paguen la deuda, ya que a través de este organismo las potencias imperialistas controlan y se aseguran el funcionamiento aceitado de la economía capitalista en todo el planeta.

El día que Néstor Kirchner canceló en un solo pago la deuda que Argentina mantenía con el FMI se transformó, junto con Chávez, en el segundo enemigo latinoamericano más importante para el imperio.

Ese 3 de enero de 2006 los argentinos no sólo fuimos por un instante independientes en lo económico, sino que pudimos cerrarle la puerta en la cara a la soberbia opresora de quienes nos consideran el patio trasero de Estados Unidos.

El FMI nace en 1944 para reconstruir económica y financieramente los países afectados por la segunda guerra mundial, con el cual surge un nuevo sistema monetario centrado en el dólar.

Este esquema de tipo de cambio fijo mantendría una paridad fija con el oro, de manera tal que como EEUU poseía el 80 % del oro del mundo fue quien, en los hechos pasó a controlar la política monetaria de todos los países del globo.

Fue así que se obligó a las naciones integrantes a mantener una balanza de pago superavitaria, mientras que EEUU podía ser deficitario ya que era y es el único emisor de la moneda internacional, o sea el dólar.

Para evitar que los países apliquen políticas “populistas” dado que con este sistema siempre entraban en crisis, el FMI entregaba préstamos para obligarlos a que no tomaran medidas proteccionistas y así tener presencia en los bancos centrales de cada país.

Si la década infame fue derrotada en 1947 por el primer gobierno peronista, durante la presidencia de Aramburu en 1956 se volvió a activar a través del primer préstamo del FMI.

Este debut al sometimiento directo de la política económica y de los recursos del país a los intereses del capital financiero nunca más pudo ser interrumpido, salvo durante la presidencia de Néstor Kirchner.

Quizá sea ese uno de los motivos por el cual él, su familia y todos los integrantes de su partido nunca dejaron de ser perseguidos por el establishment y por el poder mediático- judicial.

En el FMI las votaciones las deciden las potencias más grandes dado que para las decisiones claves se necesita el 85 % de los votos, siendo EEUU el más importante ya que al tener el 17 % del capital y de los votos, es el único que tiene poder de veto.

Bajo la excusa de ayuda humanitaria, el FMI permite asegurarles a las potencias imperialistas el saqueo de los recursos y riquezas de los países dependientes a través de mecanismos de deuda que ellos llaman “planes de estabilización” o “rescate”.

El mecanismo es el siguiente: Prestan dinero y generan deudas imposibles de pagar, entonces el mismo país pide préstamos para refinanciar esas deudas y entonces se endeudan más generando una dependencia eterna.

Esta ayuda implica aceptar las condiciones que impone el organismo acreedor, de manera tal que su intervención no sólo es económica, sino también política: se exigirán planes de ajuste, desmantelamiento de compañías estatales, apertura al libre comercio y a las empresas extranjeras, privatizaciones y reducción del gasto social.

En los 90, el FMI fue el responsable de las políticas neoliberales que terminaron en el brutal aumento de la deuda en todos los países que recibieron su préstamo, acompañadas siempre de desempleo, desigualdad y pobreza.

En Argentina produjo el “corralito” y el default, en Grecia dejó en la pobreza al 45 % de los jubilados y un 52 % de desempleo.

Lo mismo sucedió en Portugal e Irlanda, sin contar los países de los Balcanes.

Después de la crisis internacional de 2008, el FMI cambió su discurso y el marketing nos dice que ahora quiere proteger a los más pobres porque sostienen que no es el mismo fondo que hace 20 años. Pero lamentablemente en la práctica no modificó ni un ápice su política económica estratégica de apropiación.

En plena pandemia, una delegación del “nuevo y más sensible” FMI viene por lo suyo.

En este caso, el ministro Martín Guzmán pedirá ingresar en un plan de pagos con un período de gracia de cuatro años y medio para devolver el dinero que el organismo le prestó irresponsablemente al gobierno de Mauricio Macri.

Cabe recordar que, violando la mayor parte de su propio estatuto y por órdenes de Trump, el FMI prestó al gobierno de Cambiemos la suma más descomunal desde que se fundó en 1944: cuarenta y seis mil millones de dólares en apenas tres años de gestión.

La negociación será difícil, pero el sentido común anticipa que si se reparten las culpas, los resultados pueden ser auspiciosos.

Alejandro Lamaisón

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