Vos y yo sabemos que estamos jodidos. Desde que comenzamos la escuela nos vienen hablado de la independencia política y económica, de la soberanía nacional, de la libertad, libertad, libertad, del ruido de rotas cadenas y de la noble igualdad.

ALGO HAY ENTRE VOS Y YO

Vos y yo sabemos que estamos jodidos.

Desde que comenzamos la escuela nos vienen hablado de la independencia política y económica, de la soberanía nacional, de la libertad, libertad, libertad, del ruido de rotas cadenas y de la noble igualdad.

Pero vos y yo sabemos que es todo una mentira.

Vos y yo sabemos por experiencia que las clases dominantes argentinas y sus adláteres del poder ejecutivo, legislativo y judicial, salvo algunas excepciones desarrollistas (o peronistas)  siempre fueron enemigas de un desarrollo nacional y soberano.

La prueba está en la pasmosa indiferencia de los sucesivos gobiernos ante la creciente extranjerización de las tierras patagónicas y la ausencia de un control estatal del comercio exterior, permitiendo la fuga de divisas a través del Río Paraná.

Así como con Macri había una bicicleta por medio de la cual los dólares se colaban por el laberinto financiero, en el gobierno actual se cuelan por el laberinto comercial a través de la subfacturación de exportaciones, los autopréstamos, las triangulaciones y el contrabando. Es por eso que, a pesar de que Argentina cada vez exporta más y tiene superávit, los dólares desaparecen como por arte de magia.  

Asimismo, no es el pequeño ahorrista que compra 200 dólares por mes el que hace bajar las reservas del Banco Central, sino los grandes grupos extranjeros, que, teniendo pingues ganancias en nuestro territorio remiten estas utilidades a sus países de origen y a paraísos fiscales en el caso de la oligarquía criolla.

Vos y yo sabemos que estamos re jodidos, que por más esfuerzo que nos pidan nunca podremos ahorrar un solo dólar, ni el país tampoco dado que las reservas sólo pueden recomponerse si el Estado tiene el manejo del sistema financiero, el control del comercio exterior (hidrovía) y una política impositiva progresiva.

Todas estas posibilidades, con el FMI sentado en nuestro Banco Central imponiendo sus recetas de déficit cero, se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia.

Argentina tuvo veintidós acuerdos con el FMI en los últimos 60 años, lo que indica el grado de sumisión al que fuimos sometidos y el único arreglo favorable a nuestro pueblo que se logró en esos años fue cuando Nestor Kirchner canceló la deuda con el organismo de crédito.  

DUDAS Y CERTEZAS ENTRE VOS Y YO

En este sentido, vos y yo jamás votaríamos a la derecha, ni a Juntos por el Cambio, ni a los mal llamados libertarios, porque sabemos que si llegan al poder “en cinco minutos arreglarían el problema con el FMI”. Y todos sabemos cuáles serían las consecuencias.

Pero también podemos anticipar que si el Congreso acuerda el pago de la deuda sin chistar,  transformará para siempre en legítima y legal una deuda infame y cargará sobre todo el pueblo argentino una obligación absolutamente espuria y dolosa.

Precisamente, por ese motivo confiamos en que el debate parlamentario, si bien tratará la forma de pagar la deuda, también despejará ciertas dudas jurídicas respecto a la nulidad manifiesta y absoluta del colosal empréstito. 

Esta nulidad deriva no solo por el hecho de que el crédito fue tomado por el Poder Ejecutivo sin intervención del Congreso, sino por haberse violado de manera manifiesta diversas leyes nacionales, en especial requisitos esenciales establecidos por la Ley de Administración Financiera N° 24.156 (LAF) y la Ley Nacional de Procedimiento Administrativo N° 19.549 (LNPA). 

Pese a todo lo que se logre negociar entre los distintos bloques, todo queda supeditado a que la recuperación económica funcione de acuerdo a lo planeado y se logren las metas fiscales proyectadas, de lo contrario las revisiones trimestrales del FMI impugnarán cualquier desvío de lo pactado.

En tal caso, El FMI -muy presumiblemente- pondrá sobre la mesa su recurrente receta de austeridad: la  regresividad de los derechos económicos y sociales, afectando como siempre a quienes se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad y más expuestos frente a los vaivenes del espacio fiscal y las políticas públicas.

ANTES DEL FIN

Teniendo en cuenta que el tratamiento de este tema por el Congreso de la Nación compromete la integridad de todos los argentinos por varias generaciones, el pueblo debería acompañar en las calles cada vez que sesionen los legisladores, de la misma manera que lo hicieron la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.

Tanto la voluntad y convicción política del gobierno como la movilización popular son determinantes en estos procesos políticos tan complejos, pero vos y yo sabemos por experiencia que no todo se arregla con transparencia y mecanismos de participación.

La prueba está en lo que les sucedió a los griegos.

A la población griega le consultaron dos veces, mediante referéndums, si quería más ajuste, y en ambos casos la respuesta fue negativa. Luego de enormes presiones de la Troika (que incluyeron el cambio de la calificación de la deuda griega días antes de uno de los referéndums), el pueblo tuvo más ajuste, el mismo que había rechazado. Grecia no creció en una década, la pobreza aumento de manera astronómica y su tasa de desocupación se duplicó. El partido de gobierno que llegó al poder con el discurso antiajuste terminó ajustando y perdiendo las elecciones.

Si este resultado se replicara en nuestro país, no sólo vos y yo estaremos jodidos definitivamente, sino también quienes, por indignación absolutamente justificada, elegirán nuevamente a sus propios verdugos.

Alejandro Lamaisón

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