FELIZ DÍA DEL AMIGO

Día del amigo
ÍNDICE DEL ARTÍCULO
El día del amigo, un invento argentino.
Aunque parezca mentira, el Día del Amigo es un invento argentino creado por un desconocido odontólogo, músico y profesor de psicología, filosofía e historia cuya manera especial de ver al hombre lo impulsó a tomar una original decisión.
Enrique Ernesto Febbraro era un compatriota oriundo de Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires que en año 1969, inspirado en la llegada del hombre a la luna, envió 1.000 cartas a más de 100 países distintos en las que explicitaba y justificaba el hecho de que el alunizaje hermanaría a toda la humanidad.
“Viví el alunizaje del módulo como un gesto de amistad de la humanidad hacia el universo y al mismo tiempo me dije que un pueblo de amigos sería una nación imbatible, y ¡ya está; el 20 de julio es el día elegido!”, comentaba Febbraro en su carta.
Esta idea del día del amigo llego a buen puerto y en año 1972 se patentó en el registro de la propiedad intelectual, luego de lo cual el amigazo Febbraro donó la patente al Rotary club del cual formaba parte y seguramente le permitió que su iniciativa internacional tomara vuelo.
Una década después del alunizaje el gobierno de la provincia de Buenos Aires, a través del decreto 235/79 oficializo el “Día del Amigo”.
Pasaron las décadas y en el siglo XXI, un 27 de abril de 2011 la Asamblea General de las Naciones Unidas establece “la pertinencia y la importancia de la amistad como sentimiento noble y valioso en la vida de los seres humanos de todo el mundo» y declara al 20 de julio como el día internacional de la amistad.
En su última entrevista, dada al diario La Voz del Interior, le preguntaron “¿Qué es la amistad?” y Febbraro respondió:
«La amistad es la virtud más sobresaliente porque es desinteresada de todas maneras». Además agregó que la idea «fue una vieja ocurrencia de cuando era locutor en Radio Argentina con Juan Monti. (…) El Gobierno nos daba una lista con las celebraciones que había que evocar todos los días. Era una cantidad enorme de fechas patrióticas, militares, políticas, pero no había ninguna virtud que se festejara. Le conté a Monti mi idea de festejar el Día del Amigo. ‘Y bueno, hágalo. Yo lo voy a apoyar’, me dijo», recordó.
Por mi parte, creo que es una virtud que se hace notar sobre determinadas personas y que se acaba. En cambio, el amigo es una persona real, que ronca, que tiene mal carácter y que uno lo aguanta porque lo conoce. El amigo es otro cuero. La amistad es una cuestión teórica. Porque por más amistad que yo tenga en el espíritu, a la hora de mi muerte voy a necesitar seis tipos que lleven mi cajón y van a ser amigos. Y en la alegría también. Si quiero hacer un asadito en mi casa, ¿a quién voy a traer? A la gente que me quiere y que quiero.
La entrevista continuó de la siguiente manera:
¿Tiene muchos amigos?
“El número de amigos que uno debe tener está señalado por los dedos de la mano izquierda. Si usted tiene cinco amigos, ya dese por satisfecho porque ha conseguido la mayor joya. Eso de que yo quiero tener un millón de amigos es el bolazo más grande que escuché, porque al amigo hay que atenderlo en las cosas de la vida, hay que acompañarlo en el espíritu, hay que serle generoso, recordarlo, visitarlo y estar junto a él no sólo para las fiestas, sino siempre”.
Hoy este día del amigo nos encuentra en cuarentena y con una crisis global sin precedentes. La situación es tan extraña que el mundo puede entrar en cualquier pantalla y cualquier pantalla en el bolsillo de cada uno de nosotros. Vivimos una época en la que los lazos humanos se han debilitado y las relaciones sociales se han reducido a su mínima expresión.
Por tal motivo es menester rescatar valores que nos permitan sobrellevar estos tiempos de distanciamiento generalizado. La amistad es uno de esos valores.
Este 20 de julio nos encuentra a todos lejos de nuestras amistades pero con la certeza de que cuando esta pandemia acabe, daremos rienda libre a uno de los valores más bellos que hemos construido como especie humana: El valor de la amistad y la satisfacción de compartir un suculento y apetitoso asadito con nuestros amigos.