Cuando Cristina se refirió en su último discurso al “festival de importaciones”, apuntó directamente al presidente del Banco Central y a su inoperancia para articular esta institución con el Ministerio de la Producción, encargado del Comercio interior y exterior y con la AFIP en la Aduana para que controlen que no haya subfacturación en las exportaciones ni sobrefacturación en las importaciones.

UN FESTIVAL DE IMPORTACIONES EN EL QUE LA SUBFACTURACIÓN DE EXPORTACIONES Y SOBREFACTURACIÓN DE IMPORTACIONES SON LA ATRACCIÓN PRINCIPAL

ENTRADA AL FESTIVAL

Cuando Cristina se refirió en su último discurso al “festival de importaciones”, apuntó directamente al presidente del Banco Central y a su inoperancia para articular esta institución con el Ministerio de la Producción, encargado del Comercio interior y exterior y con la AFIP en la Aduana para que controlen que no haya subfacturación en las exportaciones ni sobrefacturación en las importaciones.

La ex presidenta dio a entender que si se trabajara bien en estas tres reparticiones (la AFIP, la Comisión Nacional de Valores y el Banco Central), sería un primer paso para evitar la fuga indiscriminada de divisas.

En tal sentido, cuando mencionó de manera repetitiva la frase “festival de importaciones”, hizo hincapié en la manera en que estas reparticiones estatales fueron desmanteladas durante el gobierno de Macri y, aunque parezca mentira, aún continúan sin reactivarse en el actual gobierno.

Cabe recordar que cuando se estableció el primer acuerdo con el FMI, el presidente del Banco Central Miguel Ángel Pesce dijo que “la penal cambiaria era una decisión demasiado violenta, tanto para las grandes empresas cómo para el FMI”.

La ausencia de esta medida implica que jamás podamos acumular dólares dado que los exportadores pueden hacer lo que se les antoja sobre las importaciones y las exportaciones, con sus correspondientes remesas de dólares en el exterior.

Precisamente, si se aplicara la “penal cambiaria” todos los exportadores estarían obligados a traer los dólares, de lo contrario se arriesgarían a que se les abra un expediente cuya sanción más leve prevista para la primera vez es la de una multa de hasta diez veces el monto de la operación en infracción.

Ante la primera reincidencia se sanciona con prisión de uno a cuatro años o una multa de tres a diez veces el monto de la operación en infracción y la segunda reincidencia es sancionada con prisión de uno a ocho años y el máximo de las fijadas en los supuestos anteriores.

Aún si se aplicara la norma, las empresas sancionadas podrían continuar con su “festival de importaciones” sin modificar su tasa de rentabilidad y se lograría incrementar de manera acelerada las escasas reservas del Banco Central.

FESTIVAL PARA POCOS

Respecto al “festival de evasión y elusión” pasa lo mismo, dado que la Penal Tributaria sigue sin cumplirse y la AFIP, al no castiga a los grandes evasores, termina transformando la Ley en letra muerta, ubicando a la Argentina en el penoso tercer puesto mundial de países evasores.

En este sentido, desde hace cuatro años el superávit de la balanza comercial viene ascendiendo de manera inversamente proporcional a la falta de dólares en el Banco Central.

¿Entonces, los dólares sobrarían si se vende más de lo que se compra?

No, porque esa acumulación de dólares, de manera endémica se viene utilizando para pagar las deudas “dibujadas” que construyen los grandes grupos económicos, como sería el caso de Vicentin.

Precisamente, Cristina insiste en la inoperancia de Miguel Ángel Pesce para que los exportadores traigan los más de 27.000 millones de dólares que acumularon en superávit comercial durante el 2020/21.

EL NEGOCIO ES EL FESTIVAL

En éste inquietante festival, tampoco se investiga si esas supuestas deudas que pagan los empresarios en el exterior son verdaderas o están dibujadas.

Es muy común que estas grandes empresas fabriquen una deuda con ellos mismos, dado que al ser multinacionales, la empresa que otorga el crédito es del mismo dueño que lo recibe.

De ésta manera, se aseguran de sacar la deuda en dólares fuera del país como si fuera un préstamo, aunque la deuda es totalmente ficticia.

Negocio redondo si encima sale, como muchas veces ha sucedido, el gobierno al recate mediante subsidios o créditos blandos para conservar la fuente laboral.

En conclusión, dibujan deuda para seguir fugando, a diferencia del gobierno de Macri en el que se fugaba descaradamente a cielo abierto.

Con respecto a la sobrefacturación de importaciones, estos grandes grupos concentrados suelen tener fuera del país distinto tipo de empresas proveedoras de bienes y servicios.

De esta manera, al necesitar insumos importados se compran a sí mismos en el extranjero, se hacen de dólares al tipo oficial y el festival de importaciones continúa ad infinitum.

Si existiera la voluntad política, la fuga indiscriminada se podría controlar y en consonancia con la doctrina peronista, instauraría en el corto plazo una mejor distribución de la riqueza.

La suficiente como para que el “festival” ya no sea disfrutado sólo por una pequeña élite empresarial, sino por todos los argentinos.

Alejandro Lamaisón

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