GOBERNADOS POR LA INFORMACIÓN

BYUNG-CHUL HAN LLAMA "RÉGIMEN DE LA INFORMACIÓN" A LA FORMA EN QUE SU PROCESAMIENTO MEDIANTE ALGORITMOS E INTELIGENCIA ARTIFICIAL DETERMINA LOS PROCESOS SOCIALES, ECONÓMICOS Y POLÍTICOS. CULTURALECTURAS
ÍNDICE DEL ARTÍCULO
LA INFORMACIÓN COMO FORMA DE DOMINIO
A diferencia de algunos pensadores contemporáneos que definen a las redes sociales y la digitalización como un avance en la democratización de la información y por ende una mejor performance en el ejercicio de la democracia, Byung-Chul Han opina todo lo contrario.
Para este filósofo surcoreano, la digitalización sustituye la investigación por modus propio, reemplaza la historia y por ende atrofia la memoria con algoritmos destructivos y deformantes.
Por ende, esta fugacidad de la información afecta a la esfera política y produce graves trastornos en los procesos democráticos.
INFORMACIÓN DESINFORMANTE
Han llama “régimen de la información” a la forma en que su procesamiento mediante algoritmos e inteligencia artificial determina los procesos sociales, económicos y políticos. El mundo de la vigilancia y el castigo que solía llegar desde un poder opresivo está superado. Hace tiempo que la información es poder. Y su sujeto, alguien que se cree libre pero sigue cautivo.
Ya nadie nos obliga a mostrarnos; nos ponemos en escena por voluntad propia. Y es precisamente el hecho de ser vistos sin cesar lo que nos mantiene disciplinados. Lo que antes era reclusión, ahora son redes abiertas. Cuantos más datos generamos, más eficaz es la nueva vigilancia. La transparencia es un imperativo: la garantía de que la información circula con libertad y puede ser capitalizada.
Precisamente, Han señala que para la demostración de éste sentido de falsa libertad el ejemplo perfecto es el Flagship Store neoyorquino de Apple: un cubo de cristal donde se vende y se compra las 24 horas.
Los bots difunden noticias falsas y discursos del odio e influyen en la formación de la opinión pública., mientras que los ejércitos de troles intervienen en las campañas y apuntalan la desinformación.
GUERRA DE INFORMACIÓN
Según Han, las campañas electorales son guerras de información que se libran con todos los medios tecnológicos imaginables, falseando los acontecimientos y nutriéndose a la vez del estímulo y la sorpresa. Por eso es efímera e inmediatamente sentimos la necesidad de nuevos estímulos.
Para Han, los propaladores de fake news no necesariamente mienten a consciencia. Son indiferentes a la verdad, entendida como aquello que proporciona sentido y orientación, un consenso razonable que garantiza la cohesión social. La verdad es una idea reguladora. Sin ella -o cuando cada uno de nosotros se convence de que su verdad es la verdad- la sociedad se desintegra por dentro. Decir la verdad, y asumir sus riesgos, es un acto político.
INFORMACIÓN DIGITAL
No sólo manipulando la información se logra modificar conductas.
Mediante la psicometría y la psicopolítica digital se intenta influir en el comportamiento electoral y evitar las decisiones conscientes.
¿Por qué las fake news son tan exitosas? Porque se guían por el principio de la afectividad y la excitación. Como señalaba la matemática Cathy O´Neil cuando Trump aún no había sido expulsado de Twitter, el republicano actuaba “como un algoritmo completamente oportunista, guiado sólo por las reacciones del público”. Los bots hacen el resto, tuiteando como personas reales para generar una ilusión de masividad a costo cero, pero con una influencia real y concreta sobre los políticos, que actúan a partir de lo que interpretan como opinión pública. Es un peligro para la democracia: ya no prevalecen los mejores argumentos sino los algoritmos más inteligentes.
En esta “infocracia” que vivimos, la telescreen y la pantalla de televisión han sido reemplazadas por la touchscreen, es decir, el nuevo medio de sometimiento es el Smartphone.
“INFODEMIA”
En el régimen de la información, las personas ya no son espectadores, sino emisores activos que están constantemente produciendo y consumiendo información.
En este sentido, la esfera pública discursiva no está, como lo imaginaba Habermas, por los formatos de entretenimiento de los medios de comunicación ni por el infotainment, sino por la difusión y multiplicación viral de la información, es decir, por la “infodemia”.
Ya no hace falta un “1984” de Orwell para vigilarnos o “Un mundo Feliz” de Huxley para controlarnos.
Somos nosotros mismos quienes nos controlamos y vigilamos a través del uso de las tecnologías digitales, pasando de ser ciudadanos politizados a un disperso ganado manipulable de votantes.
Está en nosotros superar el encandilamiento por la big data y reemplazar el frío algoritmo matemático por el placer de ejercer lo único que no pueden quitarnos: el saber, la experiencia y el amor por el conocimiento.
Alejandro Lamaisón