La actitud mercenaria del periodismo actual

PERIODISTAS QUE SE VENDEN AL MEJOR POSTOR
Ser periodista implica tener cierta formación académica o haber transitado el oficio de la comunicación dentro o fuera del entorno social.
Dicha profesión, a diferencia de otras, requiere tener un conocimiento a vuelo de pájaro de “lo que hay que saber”, situación que la acerca más a los conocimientos de la gente común, del ciudadano de a pie, que a la de los intelectuales especialistas en temas políticos, sociales y económicos. Ni bien comenzó el gobierno de Cambiemos la mayoría de los ciudadanos, basándonos solamente en la experiencia y el sentido común percibimos inmediatamente la tendencia delictiva y expoliadora del proyecto político- cultural que se avecinaba.
Al instante nos dimos cuenta que mediante el aumento demencial de las tarifas de los servicios y la devaluación de la moneda la transferencia de la riqueza de los ricos hacia los pobres era inmediata. Un Macri transformado en Hood Robin con un ejército de gerentes de empresas saquearon a la población de menores recursos, a los discapacitados y a los pequeños productores desplegando el fantasma del hambre en toda la Argentina.
La gente del llano lo vivía y lo sufría. Los informadores de los medios hegemónicos también, pero… ¿Por qué ninguno de los periodistas más famoso de la República Argentina pudo percibir este desastre organizado siendo que ellos sí son especialistas en cada tema que investigan, en cada funcionario público que entrevistan y en cada área que editorializan? En los medios monopólicos el título más precario que tiene la gran mayoría de los periodistas es el de abogado, pasando por licenciaturas en ciencias políticas, medicina, economía y hasta doctorados en distintas áreas de ciencia.
Por lo tanto, ¿es comprensible que un ciudadano común haya descubierto la trama macrista ni bien comenzó mientras que quienes manejan la información ¡Oh sorpresa!: Recién al final del período sospechan que hubo “algunos desaciertos” en el manejo de la política?
El periodismo nunca fue ni será objetivo, pero puede evitar arrastrarse en el fango del interés personal hasta no ser más que una vil prostituta de los poderes fácticos.
En los anaqueles de las viejas bibliotecas han quedado escondidos desconchados libros que hablaban sobre el periodismo crítico, exorcizados por el poder económico omnipresente. Los medios son menos libres que nunca y, desde hace tiempo, los periodistas también.
Así como algunos políticos actuales que gobiernan para sus propios intereses deshonran la herencia patriótica de San Martín y Belgrano, muchos periodistas del establishment, con su actitud mercenaria, insultan y ofenden el ejemplo de dignidad que nos dejó Rodolfo Walsh.
Haciendo uso del poder que le otorga el manejo del discurso, los periodistas de los medios hegemónicos blindaron a través de razonamientos falaces todo el destrozo sistemático que se produjo en cada área de la economía, la educación, la salud y la producción nacional. Tomando como estúpidos al pueblo argentino protegieron descaradamente un proyecto de país similar al del proceso de reorganización nacional.
Los resultados quedaron expuestos. Ellos, muy poco.
Quedará entonces en la capacidad del receptor de noticias determinar la diferencia abismal que existe entre un comunicador sicario adicto al poder de turno de otro que quizá, en tiempos de dictadura, ya hubiese desaparecido para siempre de la faz de la tierra.
Alejandro Lamaisón