LA ASTUCIA DE LA RAZÓN

El Coronel del Pueblo
Un breve homenaje a los 46 años de la muerte de alguien que dió dignidad al pueblo argentino
En 1916, en medio de un indescriptible entusiasmo popular, Yrigoyen asume la presidencia, tras haber obtenido 372.810 sufragios contra 250.000 de sus opositores divididos en tres grupos: los conservadores, los demócratas progresistas y los socialistas.
Perón, que en ese año asciende a teniente segundo, presta servicio en el regimiento 12 de Infantería, acantonado en Santa Fe.
El fin de la primera guerra mundial coloca a Perón, por primera vez, ante una situación crítica. Y es entonces cuando exhibe las cualidades que después forjarán su enorme prestigio popular. La crisis económica que sobreviene en el país al término del conflicto da lugar a violentos choques entre los sectores proletarios y las fuerzas del orden (Buenos Aires será escenario en 1919 de la sangrienta “Semana Trágica” y, sólo en ese año se producirán en el país 367 huelgas en las que participarán más de 300.000 obreros.
En esos momentos, un teniente (Perón) que revista en la guarnición militar de Santa Fe recibe órdenes de dirigirse a las localidades de Villa Guillermina y San Cristóbal para prevenir los disturbios que puedan producirse, a raíz del estallido de algunas huelgas revolucionarias.
Cuando el oficial llega a la primera de dichas localidades, al frente de un piquete de infantes se entera de que en los establecimientos industriales de “La Forestal”, distante diez km de la estación ferroviaria, hay más de 5000 huelguistas que se disponen a repeler con las armas cualquier intento oficial de romper la huelga.
El teniente se pone en marcha al frente de su reducida tropa y durante el recorrido del trayecto que media entre la estación ferroviaria y la fábrica advierte que a cada lado del camino lo sigue gente a caballo. Poco después, ya en las proximidades del establecimiento, le salen al paso paisanos que llevan armas largas.
Sin perder la serenidad y sin asumir ninguna actitud irreparable, el teniente llama a los huelguistas y les pregunta por qué están armados.
Sorprendidos ante la pacífica actitud del militar, los paisanos denuncian despiadadas persecuciones policiales y protestan porque sus familias carecen de agua y víveres, debido a que la empresa mandó cerrar el almacén y quitar las bombas extractoras de agua.
Por toda respuesta, el oficial hace llamar al administrador del establecimiento y le ordena que reabra las puertas del almacén y haga colocar otra vez las bombas extractoras de agua.
Conclusión:
Si los gobernantes revalorizaran la dignidad de sus gobernados terminarían definitivamente con la violencia en el mundo.
Alejandro Lamaisón