LA DEMOCRACIA AQUÍ Y AHORA

"SUPERBERNI", UN HÉROE QUE NO CUADRA CON LOS FESTEJOS DEL VIERNES EN EL QUE SE CELEBRAN EL DÍA DE LOS DERECHOS HUMANOS Y LOS 38 AÑOS DEL REGRESO A LA DEMOCRACIA.
ÍNDICE DEL ARTÍCULO
SOBREVIVIR EN DEMOCRACIA
La democracia se ha estropeado. Huele mal.
Uno de los mayores desafíos de este momento de la historia argentina es investigar y esclarecer cómo se llegó, sin que nadie lo notara, a una situación en la que las violaciones a los derechos humanos cometidas por funcionarios policiales se repiten de manera cotidiana, muchas veces, apañadas por el poder Estatal.
La violencia policial y la represión sin un por que no puede ser justificada bajo ningún punto de vista, pero de manera exponencial se está expandiendo en el tejido social de la misma manera en que se propaga la pandemia.
El discurso de la mano dura y del “queso gruyere” ha prendido en muchos sectores de la sociedad alimentado por los medios de comunicación, los cuales han saturado de violencia explícita el imaginario social.
El odio exacerbado hacia la otredad y hacia las clases vulnerables se justifica a sí mismo como la única manera de terminar con el delito y la inseguridad, apoyando a través de un voto derechizado a personajes que, sin exponerse con propuestas argumentativas, enarbolan la bandera de la represión y el exterminio.
Esta semana, bajo las órdenes de Sergio Berni, la Policía Bonaerense ingresó brutalmente a la textil Nueva Generación -donde también funciona un jardín de infantes -dejando un total de 124 laburantes detenidos y decenas de heridos tras recibir una brutal golpiza. Los represores se llevaron detenidos a periodistas que cubrían el desalojo y se quedaron con parte de sus pertenencias.
Como es de costumbre, la historia se repite y la mano dura siempre recae sobre el más débil. La democracia así funciona y los verdaderos criminales aplauden satisfechos mientras disfrutan de la protección de los poderes del Estado, implacable con las víctimas, permisivo con los victimarios.
Los detenidos acusan al gobernador Kicillof y al ministro Ferraresi de engañarlos a ellos y a la opinión pública, ya que previamente a este brutal hecho habían acordado un arreglo para realizar el desalojo en paz, pero nadie les cree.
Sólo tendrán micrófono y exposición unos días en los escasos medios progresistas para ejercitar la gimnasia moral de algunos periodistas de clase media que empatizan con las luchas populares.
Luego, como siempre, el silencio.
LA DEMOCRACIA INCONCLUSA
Mientras tanto, en esta democracia fragmentada, Sergio Berni, disfrazado del «Hombre de Acero» continúa su periplo en los canales de la oposición despotricando en contra de Alberto Fernández, llamando “Vivi” a una conductora abiertamente destituyente y respondiendo a preguntas tales como ¿No pensó en irse de este Gobierno de ineptos?”
Cabe recordar que el ministro de seguridad tiene acumulado a lo largo de su carrera un abigarrado currículum de violencia policial del cual hace alarde manifestando que “tenemos más de 150 delincuentes abatidos”.
Desde su estrategia para detener una marcha de protesta obligando a un gendarme a arrojarse sobre un auto de la caravana al estilo “Robben”, hasta el megaoperativo para desalojar a 4000 familias de un predio en Guernica hace un año, hacen del funcionario el candidato perfecto para enamorar a cualquier representante del establishment.
Todos recordaremos al niño que lloraba por un inodoro roto la noche del 1 de noviembre durante la salvaje represión en La Matanza para desalojar 300 familias en Ciudad Evita, asentadas en un predio cercano al barrio 22 de Enero en busca de un lugar para vivir. Estas familias fueron brutalmente expulsadas por la policía bonaerense, desatando una feroz cacería y persecución hacia las y los vecinos. Desde el FOL manifestaron “el total y absoluto repudio al accionar criminal y represor de Sergio Berni”.
En este contexto de violencia institucional, el Gobierno prepara para el próximo viernes 10 de diciembre una jornada de festejos en la Plaza de Mayo para celebrar el Día de los Derechos Humanos, por los 38 años del regreso de la democracia al país y el fin de la dictadura cívico-militar, en coincidencia con el día en que se cumplen dos años de la asunción del presidente Alberto Fernández.
Sabemos que hay deudas de la democracia que persisten, potenciadas por las dos pandemias (Macri y Covid) y por la las múltiples desigualdades para el acceso a la salud, la vivienda, el agua, la tierra y el trabajo digno.
Pero una política de mano dura y de violencia institucional no mejorará de ninguna manera esta situación conyuntural; al contrario, la empeorará.
En tal sentido, esperemos que este festejo logre reactivar el ejercicio de la memoria colectiva, atrofiada desde hace algunos años por una guerra de apropiación del sentido en la que la ultraderecha fascista ya lleva varias batallas ganadas.
Alejadro Lamaisón