LA DESTRUCCIÓN DEL RELATO

LA ESTRUCTURA DUAL DEL DISCURSO DOMINANTE Y LA DECONSTRUCCIÓN DEL PENSAMIENTO.
LA RE-COLONIZACIÓN
Pasada la primera década del siglo XXI, el imperio americano comienza a notar que en América Latina se habían producido excesivas reformas económicas y redistribución del ingreso a favor de los más desposeídos, nacionalización de los recursos naturales, protagonismo de los Estados a favor de intereses nacionales y formas de integración continental que favorecía la integración regional.
Para frenar este proceso emancipatorio y dada la imposibilidad fáctica de poner los cuarteles al servicio de nuevos golpes militares, los Estados Unidos diseñaron una novedosa estrategia que les hiciera posible apropiarse nuevamente de los gobiernos.
El plan consistió en iniciar una campaña de desprestigio contra los presidentes de orientación progresista para cercenar su liderazgo y colocar en su lugar gobernantes funcionales a los intereses norteamericanos.
Para ese fin contaron con el apoyo material de los medios de comunicación monopólicos y la manipulación de jueces cuyas órdenes eran impartidas directamente desde la embajada de los Estados Unidos de cada país.
Con este mecanismo transformaron las maniobras mediáticas en procesos judiciales, los cuales, la mayoría de las veces terminaron con los mandatos presidenciales sin que para ello hubiera que recurrir al voto popular.
Asimismo, los medios hegemónicos generaron tanto rechazo hacia los candidatos progresistas que, a fuerza de difamación, se logró colocar varios presidentes serviles al imperio a través de las urnas.
LA BANALIDAD DEL ODIO
Fue así que comenzó a desarrollarse un periodismo banal y superficial, que se mantiene hasta nuestros días y cuya finalidad es sostener lisa y llanamente algo que les dio un estupendo resultado: la mentira y la confrontación.
En su discurso se ha creado una dualidad textual que transforma las democracias en un sistema binario en el que sólo se puede ser Maduro o Anti maduro, Evo o anti Evo, Correa o anti Correa, Lula o anti Lula y Cristina o anti Cristina.
En este mundo binario y estructurado no puede existir otra cosa que la dualidad amigo – enemigo, burguesía – proletariado, hombre- mujer, K o anti K.
No existe el tercero. O se está en un bando o en el otro. Para cada uno de los bandos el que está en el otro lado es un ser abominable con el que todo diálogo es imposible: Nosotros o ellos.
Esta ausencia de terceros permite el desborde vital e ideológico del binarismo del odio.
Odio al peronista. Odio al diferente. Odio al morocho, al inmigrante, al “anormal” que no es ni hombre ni mujer. Odio y más odio.
DEL LOGOCENTRISMO A LA POLIFONÍA DE VOCES
Si tomamos como premisa que siempre existió esta jerarquización de la dualidad, uno de los filósofos del siglo XX que intentó romper con el corsé del estructuralismo clásico fue el francés Jacques Derrida al introducir el concepto de deconstrucción.
Derrida se basa en la certeza de que todo es lo que se puede escribir y que todo el pensamiento estaría estructurado finalmente en el texto, dado que hay un logocentrismo que dicta las leyes de lo que tenemos que pensar.
Por lo tanto el otro, la alteridad, me entiende ya que tenemos un código compartido a través de una gramática aprendida, una dualidad estructurada en la cual una cosa deshecha a la otra.
Existe un ADN que traemos incorporado desde que nacemos para poder compartir un código que permita comunicarnos. Pero en el acto comunicacional hay una textualidad que puede generar sentido diferente de acuerdo al contexto que comparta un determinado grupo social.
Este logocentrismo se puede romper, deconstruir, ya que tanto en dicho texto como en la vida misma hay polifonía y ambivalencia en los conceptos.
Para deconstruir el pensamiento hay que eliminar todos los prejuicios y preconceptos que tenemos incorporado a lo largo de la vida. El mundo es un texto organizado por una gramática dictatorial con reglas que, en principio, no se pueden romper si no hay deconstrucción.
LA DESTRUCCIÓN DE LO ESTABLECIDO
Según Derrida en el texto hay grietas, suplementos que crean fricciones donde se formará el entramado de la discrepancia constructiva.
En un relato hay matices, hay polifonía de voces que nos quieren decir algo que no está dentro de lo aprendido sino en el límite de la dualidad.
Esta forma de ver el mundo nos permite descubrir que entre el alma y el cuerpo existe un sustrato que los une en la superación hacia la aceptación de la otredad. En ese sustrato está la pluralidad de voces.
En conclusión, deberíamos anular esa forma dual que nos ha impuesto este sistema regresivo y deconstruir definitivamente el pensamiento binario para alzar sobre las ruinas una nueva manera de ver el mundo, más plural y variopinta.
UN MUNDO POSIBLE
El país tiene que salir del empobrecimiento que sostiene el relato dominante en el cual sólo encaja en esta sociedad la dualidad del pensamiento y el discurso del odio.
La despenalización del aborto, la ley del matrimonio igualitario, el reconocimiento de las identidades no binarias, el uso del lenguaje inclusivo, la paridad de género y otras deconstrucciones han dado el puntapié inicial para comenzar la batalla cultural contra los medios hegemónicos.
El fracaso del neoliberalismo desenmascarado por la pandemia de Covid 19 y el deterioro del planeta por el cambio climático serán seguramente los encargados de darles la estocada final.
Alejandro Lamaisón