PERO LA INFLACIÓN, QUE TODO DESTRUYE

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Todos sabemos que la inflación y sus consecuencias en el aumento incesante de los precios siempre han sido unos de los principales motivos por el cual se pierden elecciones.

INFLACIÓN Y DEUDA EXTERNA: UNA COMBINACIÓN LETAL PARA EL CRECIMIENTO...Y PARA GANAR ELECCIONES.

UNA INFLACIÓN PIATAVOTOS

Todos sabemos que la inflación y sus consecuencias en el aumento incesante de los precios siempre han sido unos de los principales motivos por el cual se pierden elecciones.

Desafortunadamente para el gobierno, a un mes de los comicios generales que renovarán parte del Congreso, Argentina se ubica en el segundo lugar de los países con mayor inflación de América Latina (51,8 por ciento interanual) después de Venezuela.

Si bien el gobierno ha tomado varias medidas orientadas a cambiar el resultado de las PASO, como aumentar el salario MVM, blanquear el empleo doméstico, reconversión de planes sociales, jubilaciones anticipadas para desempleados y nuevo IFE, entre otras disposiciones, el descontento social persiste.

Precisamente, este malestar general que se manifestó de manera contundente en las urnas, se potencia al no vislumbrarse una merma en el aumento de la pobreza y en la alocada carrera de precios que absorben cualquier mejora en el salario mínimo. Y el descontento se generaliza.

Según el periodista Hugo Presman, ni las modificaciones de hombres en la cúpula gubernamental, ni la precaria paz alcanzada en el Frente de Todos, ni los parches sociales transitorios parecen responder al grito de las urnas.

El panorama es trágico.

Sin mayoría en ambas cámaras cualquier medida que quiera tomar el gobierno sería dificultosa, pero si la inflación, el hambre y la pobreza persisten, la oposición más inescrupulosa de la historia argentina volvería al poder.

Si esto sucediera, todas aquellas reformas antisociales que quedaron pendientes a causa de la orientación delincuencial que Macri le dio a su gobierno para multiplicar su propia fortuna y la de sus amigos, se harán de un plumazo.

Tal es así que la derecha ya no sólo no ocultan sus objetivos, sino que lo utiliza cómo eje de campaña: Eliminación de la indemnización por despido, criminalización de la protesta social, reducción impositiva para las empresas agroexportadoras, mineras y multinacionales, excepto las pymes, liberar el mercado reduciendo el estado a su mínima expresión y, según Milei, “incendiar el Banco Central”.

INFLACIÓN Y DEUDA EXTERNA

Mientras los formadores de precios y las grandes cadenas de supermercados se apropian del aumento del salario mínimo violando los pactos preexistentes para contener la inflación, el gobierno argentino se encuentra negociando en EEUU la postergación del pago del capital y la rebaja de los intereses (con sobretasas) del crédito otorgado a Macri por el FMI para sostenerlo en el poder.

¿Pagará el Estado argentino que no vio un sope de lo que entró o pagarán los delincuentes que desviaron esos recursos para enriquecerse a través de la fuga?

¡Adivinen!

Si con un gobierno popular el FMI insiste en ajustar el sistema jubilatorio, el mercado laboral y las cuentas del Estado, imaginemos lo que sería con un gobierno de derecha. Las condiciones serían tan duras, restrictivas y leoninas que afectarían sin duda la soberanía y la calidad de vida de los argentinos durante varias generaciones.

El presidente Alberto Fernández, en la Asamblea Legislativa dio instrucciones para que “se inicie una querella criminal” a los responsables de tal endeudamiento y se investigue a través del Banco Central, la Procuración del Tesoro, la Oficina Anticorrupción y la Auditoría General de la Nación quienes han sido los autores de la mayor malversación de caudales de la historia.

El problema es que cualquier denuncia penal corresponde al ámbito de la justicia, y todos sabemos que una gran parte de ella (la principal) ha sido colonizada por el macrismo y toda el área de la derecha política y económica.

Si bien la suerte aún no está echada, el gobierno tiene en estos momentos la inmensa responsabilidad de pactar con los formadores de precios para contener la inflación y pactar con el FMI un Acuerdo de Facilidades Extendidas para que, en vez de pagar la deuda entre 2021 y 2024, se concrete entre 2026 y 2031.

Nosotros, lo votantes, la de pactar con la prudencia y decidir si damos una nueva oportunidad a un gobierno que, a pesar de las dificultades para ejercer la doctrina justicialista, fuente de ascenso social de las grandes mayorías, aún continúa buscando su norte.

Alejandro Lamaisón   

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