La manipulación del dolor

LOS CONTAGIOS Y LA EMPATÍA SOCIAL EN SU PEOR MOMENTO.

UNA SOMBRÍA REALIDAD

El miedo y el dolor que nos produce enterarnos todos los días de que la cifra de muertos no baja es perturbador y desconcertante a la vez.

Ya llegamos a los 81.000.

Hoy 500, mañana 600 y quién sabe cuántos más en los próximos días.

El exceso de información que recibimos a través de los medios de comunicación y de las redes sociales desde hace un año y medio ha ensombrecido nuestra capacidad de empatizar con miles de familias cuyo padecimiento sólo podemos percibir cuando nos alcanza personalmente.

Estamos en una guerra sin cuartel contra un enemigo implacable que recién ahora, gracias a la vacuna, nos permite enfrentarlo dignamente, pese a su capacidad ofensiva. Pero aún así, el adversario continúa siendo devastador.

Y esta guerra, como cualquier guerra, es una derrota para la humanidad, la cual deja hijos sin padres, padres sin hijos y rígidos como la piedra los corazones y las almas.

Cuesta procesar tantas imágenes de personas que sufren, sin duda impactantes, pero que a fuerza de repetidas van perdiendo su poder de agitar nuestra conciencia y solidaridad con el prójimo, haciendo que nuestra capacidad de asumir el dolor ajeno haya llegado al límite.

LA MANIPULACIÓN DE LOS MEDIOS

Esta fatiga del sentimiento humano para percibir el dolor ajeno es potenciado por una prensa hegemónica que utiliza los muertos producto de la pandemia para disminuir intencionalmente la respuesta empática.

El hecho de que a través de los medios se compare a los muertos por el Covid con los 30.000 asesinados por la dictadura cívico- militar constituye la banalización explícita del mal, muy parecida a la que ejercieron los nazis sobre el pueblo judío.

Es obvio que no todos los seres humanos somos iguales y por eso los hay con mayor sensibilidad que otros hacia los demás, como también es habitual que empaticemos más con las personas que sufren una situación si en ella también pudiéramos vernos eventualmente involucrados nosotros mismos. La compasión también tiene categorías.

Pero estas categorías, manipuladas por los medios, es la responsable de que se haya llegado a esta pérdida de sensibilidad y solidaridad ante el dolor ajeno, por entender que el modo en que se explican las noticias contribuye a aumentar o disminuir nuestra sensación de angustia. Es la diferencia entre el rigor y el sensacionalismo amarillista utilizado para destituir un gobierno que, mal o bien administrado, no hace más que apostar por la vida de todos los argentinos.

SIN EMPATÍA NO HABRÁ REACCIÓN

Está estudiado que cuantas más malas noticias recibe una persona, más disminuye su capacidad de articular una respuesta empática al dolor ajeno.

Precisamente, ese cansancio emocional que sufre la sociedad actual es multicausal, pues entre el Covid y el vértigo de los hechos cotidianos surge el miedo a no poder controlar semejante ritmo enloquecedor y ello nos produce incertidumbre y angustia.

El síndrome de agotamiento por exceso de información se caracteriza por el elevado nivel de estrés de quienes a toda costa intentan asimilar el caudal de noticias que les llega constantemente a través de la televisión, el teléfono móvil, los periódicos, la radio e Internet. Quien sufre esta agresión experimenta un estado psicológico de hiperexcitación, ansiedad e inseguridad que provoca la parálisis de la capacidad analítica, pudiendo conducir a decisiones imprudentes y a conclusiones distorsionadas.

En consecuencia, ese padecimiento social será explotado hasta el hartazgo por los medios concentrados para que perdamos definitivamente la capacidad de reaccionar empáticamente ante el dolor ajeno y así inducirnos a creer que algún iluminado, inventado quizá por un coach centroamericano vendrá a salvarnos de todos los males.

Si así sucediera, continuaremos indefectiblemente retrocediendo como seres humanos y cómo sociedad.

Alejandro Lamaisón

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