MANIPULACIÓN DE LA REALIDAD

SI PERCIBIMOS LA REALIDAD A TRAVÉS DE LOS MEDIOS ¿ES LA VERDAD LO QUE NOS MUESTRAN O ES UNA INTERPRETACIÓN?
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NADA ES VERDAD NI MENTIRA
Para los que creen que tiene la posta y piensan que la única verdad es la realidad, lamento desilusionarlos, pues un tal Nietzsche nos sacó el velo de la falsa moral en la que estábamos sumidos y nos mostró que no existen los hechos, sino las interpretaciones.
Como siempre, la literatura va siempre un paso delante de la filosofía, pues ya en 1846 Ramón de Campoamor nos resumía en dos bellas frases este dilema existencial: “en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira”.
Tomando el concepto de Nietzsche, Foucault dice que la verdad es una lucha de interpretaciones que se odian entre sí, y ganará la más poderosa.
En este sentido, el monopolio comunicacional del grupo Clarín es quien lleva ganado más rounds en esta contienda y por ende impone su verdad cómo la verdad de todos y una totalizante visión del mundo.
Un medio de comunicación monopólico es la mayor negación de la democracia, pues al interpretar la realidad en su propio beneficio aniquila los derechos de los ciudadanos y ataca los fundamentos del Estado de Derecho.
Cuando no hay pluralidad informativa se vulnera la libertad y la estabilidad institucional de una sociedad y se degrada todo sistema político, republicano y democrático, violando los principios de la Constitución Nacional.
MENTIR PARA PROTEGER
Cuando Clarín victimiza a Rosenkrantz porque aparece como involucrado en la causa de la mesa judicial de Macri está protegiendo un plan sistemático de espionaje político ilegal como método de dominación y extorsión a políticos y empresarios opositores.
Así como el multimedio protegió a Videla para que le regalara Papel Prensa, hoy protege al presidente del Tribunal Supremo para sostener la derogación de la Ley de Medios o para que se declare inconstitucional que el Gobierno haga de Internet un servicio público.
Cuando hablamos de Rosenkrantz estamos definiendo un personaje que, siendo abogado del grupo Clarín, aceptó entrar a la Corte Suprema por la ventana a través de un decreto firmado por Macri a pedido del prófugo Pepín Rodríguez Simón.
Rosenkrantz deberá declarar como testigo por las llamadas con el operador judicial estrella. Lo que llama la atención es la cantidad de comunicaciones directas entre ellos en plena época de despliegue de la mesa judicial y sus operaciones. A las 59 llamadas entre ambos hay que sumar otras 38 del socio de Rosenkrantz en su estudio jurídico, Gabriel Bouzat, también con Pepín. Un día después de que Rosenkrantz jurara como miembro de la Corte, el Centro de Información Judicial (que depende del tribunal) informó: «La Corte frenó el avance del concurso preventivo iniciado ante un juez de Chubut por Cristóbal López respecto de su empresa Oil Combustibles»
Si esta es la corte que tenemos los argentinos, ¿Qué pasara con las causas de otras empresas argentinas que se encuentran en la misma situación con la AFIP?
¿Cómo creer en una justicia que, protegida por el medio hegemónico intentó eliminar a los dueños de una empresa para que los CEOS de un gobierno corrupto se adueñaran de ella?
LA BATALLA POR LA VERDAD
Hay dos realidades en puja de las cuales una de ellas es creada por el monopolio informativo, pero la posibilidad de una reforma en la justicia hace que esa lucha aún no tenga ganadores.
Por un lado está la verdad que nos impone el procurador Casal puesto por Macri, Estornelli a pesar de estar procesado, Bonadío antes de su muerte, Bruglia, Bertuzzi, Irurzum que armaban causas mientras jugaban al paddle en Olivos o Rosenkrantz y la Corte manejada por Clarín.
Por el otro está la verdad de una comisión bicameral formada a pedido de Alberto Fernández para investigar un período en que el estado se transformó en una verdadera mafia política, mediática y judicial.
DOS REALIDADES, UNA VERDAD
El law fare creó una realidad propia compartida por el monopolio mediático y el poder judicial para armar denuncias, difundirlas en los medios hasta el hartazgo y modelar un clima de odio y rencor que justificara la intervención judicial sin que importaran las pruebas ni el debido proceso dentro de las garantías constitucionales.
En este sentido, en vísperas de las elecciones de medio término, se ha activado nuevamente el periodismo de guerra, cuya tendencia a mentir se multiplica al trabajar sobre hechos no fácticos, imposibles de demostrar, pero que generan dudas.
La acusación de que Alberto Fernández favoreció a un empresario Chino en múltiples licitaciones es una muestra de la estrategia mediática basada exclusivamente en interpretar la realidad sin pruebas.
Para lograr su cometido, el monopolio necesita que la gente no se interese en la política, sino por el contrario que reniegue de ésta a través del desprecio hacia sus representantes, principalmente de los del gobierno actual.
Para este fin, el polo comunicacional ha comenzado un período de despolitización en el que los candidatos no hablan de la realidad, sino de una construcción superficial y falaz con el fin de colonizar nuevamente a la opinión pública como lo hicieron en 2016.
La idea es que todos seamos interpretados y no interpretemos, que todos seamos hablados y no hablemos y que todos seamos pensados y no pensemos.
El problema es que cuanto menos nos metamos en política, más dejaremos en sus manos la interpretación de los hechos para favorecer siempre al poder concentrado, y nuestro pensamiento crítico se habrá convertido en el goce autodestructivo de asumir como correcto el pensamiento ya elaborado de nuestros propios verdugos.
Alejandro Lamaisón