Día de la soberanía

LA SOBERANÍA COMO SÍMBOLO Y LA DEPENDENCIA COMO UNA REALIDAD INELUCTABLE

El 20 de noviembre se conmemora el Día de la Soberanía Nacional en homenaje a la batalla de la Vuelta de Obligado.

Ese día de 1845, durante el gobierno de Rosas, los soldados argentinos repelieron la invasión del ejército anglo-francés que pretendía colonizar los territorios de nuestro país.

Las fuerzas invasoras buscaban ingresar por el Paraná, pero las tropas nacionales, al mando de Lucio Mansilla, se anticiparon en un estrecho recodo de ese río: la Vuelta de Obligado, en el distrito bonaerense de San Pedro.

El número de fuerzas enemigas superaba ampliamente en cantidad y modernidad de su armamento a las argentinas, que sin embargo no se amedrentaron y pelearon durante siete horas.

Mediante el uso de cadenas extendidas de lado a lado del río, lograron que las tropas adversarias no pudieran ocupar las costas y mediante una estrategia de desgaste los invasores desistieron de la ofensiva.

La resistencia a la invasión extranjera. logró la defensa del país en términos geopolíticos y comerciales, ya que se evitó que colocaran en el mercado productos foráneos desplazando a los artículos locales.

El acontecimiento sirvió para ratificar y garantizar la soberanía nacional, implicó la firma de un tratado de paz entre Argentina, Francia y Gran Bretaña, y quedó grabado en la historia como un símbolo de independencia, libertad y unidad nacional.

¿Cuán lejos quedó esta gesta heroica de las vicisitudes contemporáneas en la que una deuda externa imposible de pagar ha sometido nuestra soberanía económica por varias generaciones?

¿En que quedó la soberanía sobre nuestras islas Malvinas tras un sinnúmero de concesiones diplomáticas a Gran Bretaña durante la era Macri?

En definitiva, ¿Qué connotaciones tiene la palabra “soberanía” cuando, por ejemplo, nuestras riquezas son administrada en su mayoría por empresas multinacionales?

Es precisamente en estos tiempos pandémicos cuando esta palabra libertaria suena espantosamente a falsa y se transforma en un eslogan vacío de contenido, tan absurdo como el de un manifestante envuelto en la bandera argentina argumentando en contra del aporte extraordinario a las grandes riquezas.

La emancipación real llevada a cabo durante las guerras independentistas luce muy bien en las banderas exhibidas en las fachadas de nuestras casas durante las fechas patrias, pero se contradice con la moral de los políticos a quienes les damos los votos para que la defiendan.

En la actualidad, con el desarrollo de los medios de comunicación, no sería el invasor extranjero el principal causante de nuestra dependencia, sino nuestra falsa conciencia de clase y nuestra propia autoalienación.

Una de las características más impactantes de la colonización de la subjetividad que ejerce el modelo neoliberal es el momento en que hace pasar el interés de las clases dominantes como si fuera el interés general.

Es el momento en el que los sectores populares se someten haciendo gala de su condición de debilidad mientras asisten a su propia derrota como a un triunfo secreto, utilizando un lenguaje cuyo código sólo puede entenderse mediante la negación de su propia emancipación.

Si en algo tuvo un éxito rotundo el gobierno de la alianza Cambiemos fue en la batalla cultural.

Que quien te oprime reivindique su rol o su condición es parte de su propia perversidad, pero que el oprimido o la víctima haga gala de su indignidad es el triunfo cultural del modelo.

¿Qué daña más a la emancipación de un pueblo, una porción de la sociedad que con una mirada de clase desprecia a otros o que los despreciados, sin ninguna conciencia de clase se autolegitimen ese desprecio?

El poder dominante trabaja en hacernos inconscientes de nuestros propios intereses y de nuestra historia, por tanto, es evidente que cada ciudadano que logre tomar conciencia de clase deberá dar batalla para que cada uno tenga claro cuáles son sus intereses.

Precisamente el cambio está en evitar la mala sangre que produce el que no sea el enemigo quien ejerce el castigo, sino tu propio par.

En una columna matutina, el periodista Fernando Borroni , haciendo referencia a este tema se pregunta:

¿Cuándo es más fuerte el poder que te hambrea, en el momento que te está hambreando o cuando logró convencerte de que tu hambre te la merecés?

¿Qué genera mas daño a la sociedad, el ladrón que niega que te robó o el robado que niega haber sido robado?

Las batallas por la independencia del siglo XXI deberán ser culturales, de manera tal que la derecha no convenza a aquellos que marginó y que persiguió que merecen ese destino ignominioso.

Crear conciencia de clase es una tarea fundamental de nuestro presente y de la nueva conducción de la Argentina.

Un gobierno que de igualdad de oportunidades y de posiciones para que la sociedad logre desplegar ese potencial retenido durante el período de meritocracia neoliberal puede ser el puntapié inicial para lograr una soberanía nacional plena tal cual la imaginaron Juan Manuel de Rosas y el general Don José de San Martín.

Alejandro Lamaisón

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