Mientras resultan evidentes los limites ecológicos de la actividad económica, las finanzas se desacoplan completamente de la economía real y nos enfrentamos a un nuevo paradigma.

MIENTRAS CAEN LAS ECONOMÍAS DE TODO EL MUNDO Y EL DAÑO AMBIENTAL ES IRREVERSIBLE, LAS EMPRESAS DIGITALES MULTIPLICAN SUS GANANCIAS GRACIAS A LA LIBERTAD DE MERCADO Y A LA PANDEMIA.

UN NUEVO PARADIGMA

Mientras resultan evidentes los limites ecológicos de la actividad económica, las finanzas se desacoplan completamente de la economía real y nos enfrentamos a un nuevo paradigma.

Quiérase o no el mundo está cambiando.

Y no sólo porque una enfermedad planetaria ha puesto en jaque a todos los sistemas de gobierno, sino también porque el desarrollo de las fuerzas productivas han alcanzado un punto en el que las relaciones de producción se ven afectada por dos causas fundamentales: el calentamiento global y la hipertrofia de cuatro o cinco empresas transnacionales.

Lo que para Marx constituía una dialéctica superadora hoy nos somete a un retroceso histórico similar a la época feudal, en donde se naturaliza la extrema desigualdad y la expropiación del territorio de la subjetividad por un capitalismo depredador que contamina y destruye lo que toca. 

El cambio climático no es una distopía, sino un presente que se manifiesta en la alteración de los ecosistemas a punto tal que mientras en la costa canadiense los mejillones aparecen cocinados por el calor, en Siberia, la Organización Meteorológica Mundial registra 38°C en Verjoyansk, al norte del círculo polar ártico.

La emisión de gases producto del desarrollo industrial durante casi trecientos años han producido un efecto invernadero que concentra el calor solar produciendo altas temperaturas en varias regiones frías del planeta. Esto, sumado a la explotación de la mega minería a cielo abierto, pasando por la tala indiscriminada de bosques para la agricultura transgénica, el volcado de desechos tóxicos al mar y el uso de pesticidas y agrotóxicos anuncian sin duda el principio del fin.

LOS LÍMITES DEL CAPITALISMO

Hoy, los límites de las relaciones capitalistas se mantienen intactos, pero las relaciones tecno-feudales han comenzado a superarlos, sometiéndonos a una especie de gleba digital que nos impide reparar en el grado de impunidad en que se mueven los grupos concentrados.

Toda la economía capitalista está orientada a extraer de la tierra todo lo que se pueda hasta que ya no haya nada más para explotar, pero los grupos selectos de la política y del empresariado  mundial están preparándose para este escenario.

No en vano las élites de Estados Unidos, China y Rusia están tomando medidas en caso de que el planeta colapse, para sobrevivir en bunkers subterráneos gigantescos, capaces de albergar a miles de personas durante meses. En síntesis, piensan que el gobierno debería seguir funcionando aun cuando no queden personas vivas en el mundo sobre las cuales ejercer la autoridad.

Según la percepción del filósofo Slavoj Zizek, multimillonarios dueños de medios y empresas digitales tales como Musk, Bezos y Branson organizan vuelos espaciales privados con el fin de escapar de la catástrofe ecológica que amenaza la supervivencia de la vida en la tierra.

MUNDO PARALELO

Desde el comienzo del Covid, empresas como Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft han demostrado que, aunque todas las economías del mundo se derrumben, ellas pueden continuar sobreviviendo gracias a que se han logrado independizar del sistema económico mundial.

Gracias al uso de los datos, la automatización de tareas en base a la inteligencia artificial, enormes recursos financieros disponibles de inmediato y crecientes abusos de posición dominantes que se acrecentaron durante el aislamiento social obligatorio estas megaempresas han formado un mundo paralelo.

Con el tendido de fibra óptica pueden superar los límites de cualquier país y penetrar sin demasiadas dificultades, casi sin controles y al manejar tanto dinero pueden comprar a posibles competidores antes de que hagan sus primeros pasos, así como «invertir» millones en lobby.

En lo que se denomina “caja chica”, es decir el dinero en efectivo que pueden utilizar para comprar voluntades, en la mayoría de los casos superan los 50.000 millones de dólares, es decir, más que nuestra deuda externa.

Joseph Robinette Biden Jr., actual presidente de los Estados Unidos y otros líderes del mundo globalizado buscan imponer a estas empresas tasas globales y nuevas regulaciones antes de que, como temen algunos, se vuelvan inmanejables y su lógica imponga un nuevo modo de acumulación.

Lamentablemente, todos sabemos que el dinero mueve al mundo y hace que las voluntades se tambaleen, aunque eso implique el fin de una era en la que el capitalismo parecía haber logrado su máxima expansión.

REVALORIZAR EL ESTADO

Mientras la vetusta derecha política y mediática repite eslóganes y prejuicios contra el Estado, el debate mundial apunta a fortalecerlo, ya no sólo por el papel central ocupado en la pandemia, sino para poner límites y enfrentar el avance despiadado de los gigantes del mundo digital.

Seremos nosotros, los ciudadanos, quienes, en el momento de elegir a nuestros representantes, podamos pensar con cabeza propia y no ser pensados por un sistema basado en los focus groups, big data, trolls, bots y toda la parafernalia de fake news con la que cuentan las grandes empresas digitales en connivencia con los medios hegemónicos.

Si los estados nos apoyan en esta lucha, la recuperación del territorio de la subjetividad dejará de ser una utopía y el mundo, quizá, vuelva a ser un buen lugar para vivir y no sólo para sobrevivir.  

Alejandro Lamaisón

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