La reforma judicial y los medios concentrados

DIFÍCIL DE GOBERNAR: ¿CÓMO MANTENER LA PAZ SOCIAL EN MEDIO DE UNA PANDEMIA Y LA EXTORSIÓN COMUNICACIONAL?
En este atípico día de la amistad podríamos darnos el pequeño gusto de pensar que existe un mundo mejor en el que todos lleguemos a ser amigos y haciendo un esfuerzo de imaginación, soñar con que algún día todos seamos hermanos y más que hermanos, argentinos.
Cuando revisamos nuestro Facebook, nuestro Twitter o vemos las noticas por TV, de ambos lados de la “grieta” se ridiculiza y ofende al oponente de una manera tan brutal y violenta que es muy difícil pensar que alguna vez nos pongamos de acuerdo.
En esta desunión prefabricada, metódica, intencional, manipulada y perfectamente orquestada por profesionales en la colonización de la subjetividad, los únicos que salen ganando son dos familias: los Magnetto y los hermanos Saguier.
Argentina tiene solamente dos empresas que controlan el 95 por ciento de todo el flujo comunicacional: Clarín y La Nación.
Esta dupla poderosísima que tiene la capacidad de crear la agenda contra la que debe luchar el gobierno actual y todos los argentinos que se encuentran del lado opuesto a su pensamiento no se condice con el espíritu de la Constitución Nacional ni con el buen funcionamiento de la democracia.
La necesidad de avanzar en la democratización del sistema de medios es urgente, de lo contrario la desunión de los argentinos se profundizará a tal extremo que será muy difícil encontrar una salida a la crisis estructural que va a dejar la devastadora pandemia y la proliferación del odio como único ámbito de discusión.
No hay democracia posible si hay un sistema de medios monopólicos y encima, que promuevan el odio como estrategia de discusión .
Este duopolio es incompatible con la libre circulación del pensamiento, por lo tanto la democracia termina siendo una fachada en la que se esconde el verdadero poder del establishment.
Gracias al apoyo económico de los gobiernos de derecha, estos dos medios han desarrollado técnicas de periodismo de guerra de última generación, de manera tal que pueden inocular odios, temores y conductas tan irracionales como que la gente vote por sus propios verdugos.
Este monopolio comunicacional no está solamente en Argentina, sino que es propio de muchos países latinoamericanos como Colombia, Chile, Brasil y muchos pequeños países del Caribe.
La prueba está que cuando se reúnen en Davos y se habla del medioambiente, de reformas financieras y tributarias y de otros temas urgentes, jamás se habla de los medios de comunicación. El tema es tabú.
Mientras tanto, jueces y periodistas van todos los años a tomar “Cursos de buenas prácticas” a los Estados Unidos para luego perseguir a los políticos que rompen con la obediencia debida hacia el país del norte. Tal es el caso de Cristina Fernández, Lula, Evo Morales y Maduro.
La única manera que nuestro país pueda avanzar en la democratización de los medios de comunicación es que se implemente de una vez por todas la tan esperada «reforma judicial”.
Es responsabilidad de la justicia argentina lograr que de una vez por todas los ciudadanos podamos unirnos definitivamente en un patriótico abrazo de hermanos y dejemos de utilizar esa ridícula palabra llamada “grieta” que nos metieron en la cabeza un grupo de periodistas mercenarios cuyo fin siempre justificó sus vergonzantes medios.
Alejandro Lamaisón