El periodismo independiente es un mito, una ficción, una leyenda contada por el cine de Hollywood en la que siempre un coqueto galán comienza una investigación periodística sobre un gobernador corrupto, luego el apuesto periodista es acosado por rufianes al servicio del mandatario deshonesto y debe enfrentarse a las piñas con los perseguidores.

LA HONESTIDAD INTELECTUAL DEL PERIODISTA NO PASA POR LA OBJETIVIDAD, SINO POR DECIDIR LOS IDEALES QUE DEFENDERÁ CON SU SUBJETIVIDAD.

PERIODISMO-FICCIÓN

El periodismo independiente es un mito, una ficción, una leyenda contada por el cine de Hollywood en la que siempre un coqueto galán comienza una investigación periodística sobre un gobernador corrupto, luego el apuesto periodista es acosado por rufianes al servicio del mandatario deshonesto y debe enfrentarse a las piñas con los perseguidores. Finalmente, el diario para el que trabaja el héroe no se deja amedrentar por los poderes y apoya incondicionalmente a su periodista, hasta que un juez honesto manda a la cárcel al político indecente.

Mal que les pese a los periodistas, la única verdad es la realidad.

Y la realidad nos demuestra que desde los tiempos medievales en los que los juglares salían por los pueblos a cantar las noticias, el periodismo independiente nunca existió.

O se obedece a una ideología o se obedece a la empresa mediática para la que se trabaja.

Prácticamente no hay diferencia entre el periodismo “profesional” o “independiente” y el periodismo “militante”. Todo periodista es rehén de su propia ideología y a veces de la ideología del dueño o el editor del medio en el que trabaja.

El verdadero profesionalismo queda reservado a la capacidad del periodista para decidir el medio en el que prestará su servicio, de manera tal que pueda decir  lo que piensa, o al menos no decir lo que no piensa. Es decir, que tenga honestidad intelectual.

MILITANTES O INDEPENDIENTES

Generalmente se dice que hace «periodismo independiente” aquel que trabaja para un medio privado, ya que se considera que lo privado nunca puede competir con lo gubernamental, mientras que el “militante” tendría siempre el respaldo del poderoso Estado.

Hoy las empresas periodísticas son dueñas de diarios, canales de TV, distribuidoras de TV por cable, empresas telefónicas, fábricas de Papel, productoras de programas de televisión, propietarias de emprendimientos agrícolas o industriales, tenedora de bonos de la deuda, etc. Incluso a veces algunos de sus dueños tienen a sus propios abogados haciendo lobby desde el poder judicial, legislativo o ejecutivo. Aunque esté prohibido.

Por lo tanto, son mucho más poderosas que los propios gobiernos, aunque hayan instalado en el sentido común de la sociedad que nadie puede competir con la burocracia estatal.

En ocasiones han llegado a formar parte de grupos periodísticos con intereses en el exterior, que poseen diarios, radios o canales de televisión en otros países.

Y, por supuesto, estos grandes conglomerados mediáticos, oligopolios cartelizados cuasi monopólicos, tienen una línea editorial tan dependiente del capitalismo transnacional que transformará ineluctablemente en “militante de los grupos económicos concentrados” a cualquier periodista que trabaje para ellos.

CAMBALACHE

Si tuviéramos que poner como ejemplo algún periodista realmente independiente y con lo que hay que tener para enfrentar al verdadero poder, ese sería sin duda Rodolfo Walsh.

Para éste escritor de profundo compromiso político y honestidad intelectual intachable la realidad debía ser contada tal cual era, sin matices ni subjetividades personales, al punto tal que prácticamente escribió en su libro «Operación Masacre» su propio asesinato.

«La verdad no se cuenta, la verdad se milita», decía mientras escribía la maravillosa «Carta abierta a la Junta Militar», la cual le costó nada menos que la vida.

Lamentablemente, las anodinas  acciones que podemos llegar a desempeñar quienes nos dedicamos a esta profesión, apenas intentan emular la inconmensurable figura de Rodolfo Walsh,  icono indiscutido del periodista comprometido con la libertad de los oprimidos

Militantes de “la Cámpora”, de Magnetto, de los anticuarentena o de los cazadores de unicornios, todos los periodistas vivimos revolcados en el merengue de la militancia y la subjetividad.

Y en el mismo lodo, todos manoseados.

Aunque algunos, seducidos por la opulencia del establishment, tienen la increíble habilidad de no ensuciarse nunca.

Alejandro Lamaisón

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