Tenemos las tres últimas promesas del candidato de Unión por la Patria y todas son a favor de las clases populares. 

LAS PROMESAS DE CAMPAÑA SE POLARIZAN Y CADA CANDIDATO SE DEVELA A LA SOCIEDAD DE CARA A LAS ELECCIONES GENERALES.

ENTRE PROMESAS Y NEGLIGENCIAS

Tenemos las tres últimas promesas del candidato de Unión por la Patria y todas son a favor de las clases populares. 

Decimos literalmente que son las “ultimas” ya que la quita del impuesto a las ganancias a los trabajadores, la progresiva reducción de la jornada laboral y llevar al 8 por ciento del PBI el financiamiento educativo podría ser el colofón del accionar de un gobierno que quiso ser progresista, pero que los avatares del destino lo llevaron por caminos advenedizos.

Resulta difícil comprender la lógica que impulsó al oficialismo a iniciar la campaña política seis semanas antes de las elecciones generales, mientas que la oposición ya lo viene haciendo desde hace más de dos años.

Quizá sea ese el motivo por el cual, asqueada de soportar la inflación brutal que no cesa, gran parte de la sociedad ya no quiere escuchar promesas ni propuestas electorales, por lo que ha optado por votar en las PASO a sus propios verdugos, ya sea como venganza, como una forma de protesta autoflagelante o simplemente por una pulsión de muerte.

A pesar de la experiencia de casi 50 años de democracia, en la que los gobiernos progresistas reconstruyen lo que los gobiernos liberales o de derecha destrozan, el pueblo ha decidido votar a favor de éstos últimos. Un salto al vacío en contra de sus propios intereses y necesidades, pero ineluctablemente a favor del mercado.

Aún no se explica si la sociedad puede mensurar los cambios políticos, económicos y sociales que se avecinan si votan a uno u otro candidato, pero en resumen esto es lo que sucederá según las promesas de campaña de cada uno de los candidatos:

Milei intentará a toda costa dolarizar y privatizar lo que se pueda teniendo como contrapartida un violentísimo ajuste fiscal y Villarruel impulsará el perdón a los militares genocidas.

Patricia Bullrich con Melconian priorizará la reforma laboral y del Estado acompañada de un ordenamiento estricto de las cuentas públicas, privatización de YPF y de Aerolíneas Argentinas.

En sentido casi opuesto, Sergio Massa procurará incrementar las exportaciones y el equilibrio fiscal en la búsqueda de los superávits gemelos (como los que se registraron en el gobierno de Néstor Kirchner) para no afectar el consumo interno y dar al Estado el rol de ordenador de la economía.

Como dijo Charly, “cada cual tiene un trip en el bocho, difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo”. Pero, si prestamos atención a las promesas sobre el bidet, todos estamos de acuerdo que sólo una protege a la gente mientras que las otras dos sólo favorecen al mercado.

PROMESAS Y CERTEZAS

En este momento de inflación que vive el país, es comprensible que se desconfíe de las promesas de cualquiera de los candidatos ya que la tolerancia de la gente ha llegado a un punto tal que surgen dudas si sólo son los chispazos de la bronca generalizada o verdaderas convicciones de una sociedad que ha decidido terminar definitivamente con la “casta” política.

Comencemos por las certezas aparentes.

Las probabilidades de los tercios que anunciara Cristina en su última alocución están a la vista y ya dan un posible ganador, aunque día a día el amperímetro varía considerablemente gracias a “los delirios del mariscal” y a la ignorancia supina de la “comandante pato”.  

Por otra parte, existe una fragmentación social mayúscula, la baja de la inflación y el aumento del poder adquisitivo no se logró y el tiempo que le queda al gobierno para la campaña se diluye abrumado por las fake news de los medios hegemónicos, los fallos favorables a los fondos buitres, la presión del FMI y la falta de apoyo del núcleo duro del kirchnerismo.

Gran parte de los problemas endémicos (políticas de viviendas y alquileres, derechos sociales, educación, etc.), pueden ser tratados en períodos largos de gobierno, pero el tema de que la guita no alcanza ni para morfar, es ya mismo, aquí y ahora.

Nunca es tarde, pero empezar ahora, casi lo es.

Paliar la pérdida del poder adquisitivo, aunque haya salido un bono que tiene dos pagos y que sirve de manera excelente para compensar una devaluación, hubiese sido conveniente otorgarlo como suma fija desde que comenzó la espiral inflacionaria a partir del 2020.

La ecuación es sencilla: Si con Macri se perdieron 20 puntos de salario y este gobierno comenzó a mostrar debilidad luego de la pandemia, lo ideal hubiese sido implementar una suma fija que pusiera un piso más alto. Dicho en otras palabras, ya en el 2022, con el 100 por ciento de inflación esto era un problema, porque se lo comía la propia inflación, por lo tanto, como la base de ingreso promedio se achicaba, con una suma fija se hubiese mejorado dicha base al subir el piso.

Pero dejemos de lado la ucronía y reflexionemos sobre la cruda realidad.

ENTRE LAS PROMESAS Y LAS CERTEZAS  

No son promesas, sino probabilidades basadas en encuestas: A pesar del superávit de YPF, Vaca Muerta, el litio, la expansión exportadora del gasoducto y el proyecto de nacionalización de la vía navegable, hoy existen posibilidades que se pierdan las elecciones porque la derecha, pese a ser mediocre e ignorante, está lo suficientemente armada como para dar batalla.

Asimismo, si tuviéramos una derecha inteligente, ésta se quedaría a vivir para siempre, pero, gracias a sus representantes (afortunadamente para la patria) ha demostrado que no lo es.

El ejemplo más significativo es que Macri vino con la mentira de una nueva derecha democrática y se dedicó a hacer negocios personales; fue voraz y se llevó puesta la macro en un instante, destruyendo la mejor posibilidad de mantener a largo plazo el sistema excluyente del ultracapitalismo.

Paralelamente, apurados para hacer negocios, hicieron demasiadas concesiones de manera muy rápida y se pelearon entre ellos, principalmente por la rara costumbre macrista de espiar a troche y moche al propio poder económico.

Hoy, el neoliberalismo viene por el cuarto intento: primero fueron los golpes de Estado, después los golpes de mercado, después el engaño de Macri, y ahora una ultraderecha que se dice antisistema, pero que en realidad representa al sistema capitalista más excluyente.

Ahora la derecha es más sagaz, aprendió, maduró y llega con toda la artillería pesada que necesita gracias a su alianza velada con el militarismo más genocida de nuestra historia.

No sólo vienen a destruir a su enemigo más abominado, el peronismo. Vienen a destruir todas las voces disidentes y todo vestigio de protesta utilizando el aparato represivo del Estado.

En este esquema económico neo menemista, la ultraderecha recibirá de regalo, a través del voto popular, una Argentina que a partir del año que viene tendrá un despliegue económico y financiero deslumbrante, tanto en la micro como en la macro.

¿No sería una injusticia entregar este futuro venturoso a un capitalismo excluyente que, sin mover un dedo y con el esfuerzo de todos los argentinos, no dudaría jamás en priorizar al mercado por sobre la vida humana? 

En seis semanas el ciudadano, entre broncas y promesas de campaña, tendrá la posibilidad de decidir. 

Alejandro Lamaisón

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *