RAY BRADBURY: EL POETA DE LA CIENCIA FICCIÓN

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Prólogo de Borges a Crónicas Marcianas

DELICADEZA Y SENSIBILIDAD UNIDAS A UNA INSÓLITA COMBINACIÓN DE DONES: SENTIDO DEL HORROR Y SENTIDO DEL HUMOR

¿Qué ha hecho este hombre de Illinois, me pregunto, al cerrar las páginas de su libro, para que episodios de la conquista de otro planeta me pueblen de terror y de soledad?

¿Cómo pueden tocarme esas fantasías, y de una manera tan íntima? Toda literatura (me atrevo a contestar) es simbólica; hay unas pocas experiencias fundamentales y es indiferente que un escritor, para transmitirlas recurra a lo “fantástico o a lo “real”, a Macbeth o a Raskolnikov, a la invasión de Bélgica en agosto de 1914 o a una invasión de Marte. ¿Qué importa la novela, o novelería, de la science –fiction? En este libro de apariencia fantasmagórica, Bradbury ha puesto sus largos domingos vacíos, su tedio americano, su soledad, como los puso Sinclair Lewis en Main Street.

Acaso la tercera expediciones la historia más alarmante de éste volumen. Su horror (sospecho) es metafísico, la incertidumbre sobre la identidad de los huéspedes del capitán John Black insinúa incómodamente que tampoco sabemos quiénes somos ni cómo es, para Dios, nuestra cara. Quiero asimismo destacar el episodio titulado El Marciano, que encierra una patética variación del mito de Prometeo.

Hacia 1909 leí, con fascinada angustia, el crepúsculo de una casa grande que ya no existe, Los primeros hombres en la Luna de Wells. Por virtud de éstas Crónicas, de concepción y ejecución muy diversa, me ha sido dado revivir, en los últimos días del otoño de 1954, aquellos deleitables terrores.

Extracto final del prólogo que Jorge Luis Borges dedica a Ray Bradbury en una de las ediciones de Crónicas Marcianas. Ediciones Minotauro, 1955.

Posdata de 1974. Releo con imprevista admiración los Relatos de lo grotesco y lo arabesco (1840) de Poe, tan superior en conjunto a cada uno de los textos que lo componen. Bradbury es heredero de la vasta imaginación del maestro, pero no de su estilo interjectivo y a veces tremebundo. Deplorablemente, no podemos decir lo mismo de Lovecraft.

Jorge Luis Borges. Prólogos, con un Prólogo de Prólogos. (1975).

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Cuando la belleza resulta alarmante

Un día como hoy, pero de 1920 nacía en Waukenaun, Illinois el escritor Ray Douglas Bradbury.

Cada vez que releo a Bradbury, experimento la sensación de que está viviendo un sueño intenso del que me cuesta despertar. Su estilo fantasmagórico para mezclar lo bello y lo aterrador lo transforma en un escritor con un refinado sentido del humor y del horror que atrapa al lector hasta el paroxismo.

Todos los cuentos y las novelas de Ray Bradbury son tan hermosas y perturbadoras como una de las fantasías alegóricas de Hawthorne, que no buscan justificación ni explicación alguna.

En el aniversario de su nacimiento este es mi homenaje a un escritor que me reveló a través de sus maravillosas historias de viajeros espaciales y de extraños habitantes de Marte los secretos del mundo real y la manifestación universal y perenne del alma humana.

Alejandro Lamaisón

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