A pesar de que la democracia es el sistema político más equitativo que se conoce desde 1789, se da la paradoja que el hecho de que los ciudadanos tengan la posibilidad de elegir a quienes los gobiernan, pone en crisis a la misma democracia.

LA DEMOCRACIA SE HA TRANSFORMADO EN UN SISTEMA POLÍTICO EN EL QUE EL ELECTOR NO ESCOGE EL MEJOR CANDIDATO, SINO EL MENOS MALO.

EL SISTEMA DEMOCRÁTICO 

A pesar de que la democracia es el sistema político más equitativo que se conoce desde 1789, se da la paradoja que el hecho de que los ciudadanos tengan la posibilidad de elegir a quienes los gobiernan, pone en crisis a la misma democracia.

Parece un razonamiento absurdo, pero el mayor problema que tienen hoy las democracias en todo el mundo es precisamente la relación entre el elector y las opciones que están disponibles.

En principio parecería que todos somos libres de elegir a quién nos plazca dentro de la oferta de candidatos, pero en la realidad ninguno es lo suficientemente viable para las demandas que requiere una ciudadanía que apenas puede sostenerse sobre la línea de pobreza.

Un programa político, para que se pueda sostener en el mediano y largo plazo, debe ser convincente y satisfacer en su contenido las demandas del votante, el cual podrá ser evaluado por el ciudadano al final del mandato. 

Dicho en otras palabras, los electores deberían estar plenamente convencidos que su candidato representa la mejor de las opciones para satisfacer sus intereses y necesidades.

Pero en las nuevas democracias, esto no sucede.

Como se dice vulgarmente, las opciones son la patada en el culo o la trompada en el estómago.

En la inmensa mayoría de los casos, el elector no escoge el mejor candidato sino el menos malo. Votar por el menos malo es, por definición, optar por el fracaso. Si el más malo resulta electo se sabe que el futuro será negativo. Si gana el menos malo tendremos, a lo sumo, un gobierno anodino y débil, propicio para ser manipulado por los poderes fácticos en detrimento del pueblo.

Dentro de este sistema democrático, el voto útil estría disponible para un candidato que de antemano sabemos que ha transado con los grupos concentrados y con la embajada de EEUU, pero si permitimos que gane la oposición, inmediatamente se llevaría puesta nuestros derechos humanos, sociales y laborales.

Lo que prima es ganar, así sea con un hombre del establishment. Para ser más preciso, se trata de derrotar al que será más brutal con nuestras necesidades e intereses y no escoger el más idóneo para que defienda nuestras demandas de clase. La democracia se debate entonces entre malas y mediocres opciones.

A fuerza de elegir, en el mejor de los casos al menos malo, terminamos por ser gobernados por un sistema arbitrario, cuyos poderes resolverán siempre a favor de las clases dominantes, generando medidas de protesta que, la mayor de las veces, terminan en represión violenta.

UN SISTEMA DE DESENCANTO

El sistema democrático ha generado en todo el mundo una progresiva crisis de representación que se manifiesta claramente en el avance de la derecha y en la Argentina, con la incorporación de Milei al ruedo político, la propia derecha fascista nacional parecería moderada ante los delirios del candidato de La Libertad Avanza.

Si la desocupación bajó y la economía creció en el último semestre, en una Argentina que tiene un potencial extraordinario de resolverle los problemas a la sociedad ¿Cómo puede ser que la pobreza se haya duplicado? Es anormal.

Podríamos decir que muchas de las cosas que nos pasan son “artificiales”, es decir forzadas e impuestas, una pobreza construida, una incertidumbre cambiaria intencional, la cual no tiene nada que ver con las capacidades de Argentina que tiene condiciones para ofrecer alimentos baratos a la población, una posición económica relativamente estable y una situación presupuestaria razonable.

Según el economista Alfredo Zaiat, es mentira que para detener la inflación haya que aplicar “ajustes regresivos o colocar a trabajadores, jubilados y clases medias en el altar de la fantasía del equilibrio general(…) La causa de la falta de dólares no es fiscal, sino que es del sector externo. No hay crisis productiva, aunque esto no significa que no haya situaciones sectoriales críticas; y sí hay una crisis cambiaria por la dificultad de conseguir dólares para importar insumos y bienes intermedios y finales necesarios para la producción y comercialización”. 

El año próximo seguramente habrá más dólares disponibles porque no habrá sequía y estará en funcionamiento pleno el gasoducto Néstor Kirchner, pero lo que no se sabe es a quien se destinará esos recursos, si al FMI, a la obra pública o a incrementar el poder adquisitivo de los ciudadanos, ya que no sabemos si gobernará el malo o el menos malo.

El desafío es complejo. La sociedad está desencantada con un sistema democrático que ha dejado de representar sus aspiraciones y las elecciones no solucionan nada porque los elegidos son versiones similares de un modelo que ha dejado de representar al pueblo.

Mientras no tengamos más opciones que votar al menos malo, a sabiendas que nos sometemos a un poder económico incontrolado e inmanejable, volveremos a repetir los mismos errores en el mediano y largo plazo.

Sólo que, como dijo Keynes, en el largo plazo, estaremos todos muertos.

Alejandro Lamaisón

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *