TODOS SOMOS CLARÍN

A PESAR DEL RIESGO DE CONTAGIOS MASIVOS, SECTORES AFINES A JUNTOS POR EL CAMBIO CONVOCAN A UNA NUEVA MOVILIZACIÓN
TODOS SOMOS CLARÍN
El día posterior a la marcha del 17, se viralizó un impactante video en el que una enfermera de Tartagal, en medio de un llanto desgarrador pide a los argentinos que por favor no se junten más.
“Ayúdenos, por favor, no salgan más a la calle. Saben lo que es estar como astronautas, ustedes no saben cómo tengo mis manos de tanto lavarme, de tanto alcohol, tanto ácido muriático». Con ojos inflamados por horas sin dormir se acerca a la lente de la cámara y muestra su cara y las cicatrices que le dejó el barbijo: «Mírenme cómo estoy».
Como una burla a tanto dolor, apenas dos días después, sectores de Juntos por el Cambio y el multimedio monopólico con sus periodistas habituales, empezaron nuevamente a convocar a otra movilización para el 26 de agosto frente al Congreso en repudio a la Reforma Judicial.
EL INTERÉS DE POCOS SOBRE LAS NECESIDADES DE MUCHOS
La ausencia de sensibilidad, de empatía y de compasión que demuestra esta actitud ofensiva a la vida misma, es directamente proporcional al interés mezquino y cerril de la oposición política y del Grupo Clarín.
El de los cuadros de la oposición porque su carencia de argumentación les impide dar la correspondiente discusión democrática en el Senado y porque ya anticiparon que se van a negar a tratar toda ley que no les satisfaga.
En este sentido, aprovechando el territorio vacante que le deja las clases populares que sí respetan sus vidas y la de su prójimo, salen a la calle a protestar.
El del Grupo Clarín es simplemente el temor a una reforma que revise la Ley de Medios cuya aplicación contradice impúdicamente el espíritu antimonopólico de la Constitución Nacional y además porque, al ser uno de los acreedores de la deuda nacional, su encono por el arreglo con los bonistas es despiadadamente personal.
Pero el pueblo, el ciudadano de a pie que pone su cuerpo y arriesga la salud y la vida de miles de argentinos al salir en manada a la calle, ¿Por qué lo hace?
HEGEMONÍA Y BLOQUE HISTÓRICO
La respuesta es menos obvia que distintiva de los períodos históricos de dominación cultural: la hegemonía que ejerce la clase dominante mediante la subyugación ideológica.
Es común ver movilizaciones masivas con pancartas que rezan “todos somos el campo” o “todos somos Vicentín” pero jamás veremos “todos somos la Villa 31” o “todo somos albañiles en lucha”, porque según Antonio Gramsci, la dominación de clase se da también culturalmente; la clase trabajadora está sometida a las ilusiones ideológicas que produce la minoritaria élite gobernante.
Precisamente, esta élite difunde su visión del mundo, de modo que es aceptada como el sentido común y prácticamente incuestionable. Este disimulado modo de dominación de clase se manifiesta claramente en la lucha de casi la mitad de los argentinos a favor de consignas contrarias a sus propios intereses y necesidades.
Esta hegemonía del discurso opositor a todo lo que realiza el gobernó actual es cultural y produce en la ciudadanía valores, creencias, y concepciones que parecerían de interés general, pero que sólo están orientadas a satisfacer las ambiciones de un grupo minoritario de la élite dominante.
Las ideas de las minorías del poder son las que dominan y permean la sociedad a través de los intelectuales a su servicio y el periodismo de guerra para que la sociedad en general la experimente como algo natural e inevitable.
Por eso, afirmaba Gramsci, el reto de la modernidad es no desilusionarse con la lucha constante y ver más allá de las ilusiones que nos pintan los voceros del establishment.
DE LA ILUSIÓN A LA ESPERANZA
De un país que derrama la riqueza de pocos sobre un pueblo que espera de abajo recibir las migajas que caen de la copa del magnate, esperar y estar preparado para retomar el territorio perdido será el objetivo del pueblo una vez que, vacuna de por medio, termine la pandemia.
Y permitamos una vez más el despliegue de la ilusión de pertenencia de clase de los que marcharán el 26 de agosto con consignas tales como “NO a la Reforma Judicial” para favorecer, como es de sentido común, a la clase dominante.
Quizá, en el medio de la multitud, algún ignoto manifestante, consciente de la realidad exhibirá una pancarta escrita con letras de sangre cuya frase expresará el ignominioso motivo de la manifestación: “Todos somos Clarín, bonista acreedor de un país sin historia, donde todo es pura aspiración”.
Alejandro Lamaisón